«Esto es ingeniería política. Se ha invitado a los alcaldes pero el nuestro no puede ir porque hay pleno. Iré yo con el jefe de servicio. Tenemos una defensa en inglés de dos minutos. Y a la vez tengo que mirar los puntos del pleno en los que intervengo. Haré la defensa y luego abrirán el sobre. Espero que digan València. Está muy difícil, pero no imposible». Carlos Galiana defenderá mañana ante la Comisión Europea la opción de convertir a la ciudad en la Capital Europea de la Innovación. Un registro por descubrir para el gran público.
¿Podría explicar al mundo con claridad qué es o puede ser la Capitalidad Europea de la Innovación?
De entrada es un millón de euros de premio para invertir en políticas de innovación social y urbana. Es poner el foco en la ciudad a nivel de innovación. Se está negociando el Horizonte 21-27, con todos los planes de financiación. Que València pueda alcanzar la capitalidad es encender una luz y decirles que estamos ahí y ya es un logro estar aquí.
Se puede caer en la idea de que es «es para hacer Apps que luego no tienen mantenimiento» o que es un sembrador de jóvenes haciendo ensayo-error.
La innovación tiene mucho ensayo-error. Eso es cierto. Pero la Unión Europea asume que la ciudadanía no percibe la innovación, más allá de la tecnología de su smartphone. Se puede invertir en muchas cosas. Por ejemplo, aquí estamos con un proyecto que monitoriza a 500 personas mayores para que puedan ser autónomas en sus casas. Sensores que te dicen si se mueven, si no, si van a la nevera, a la cama... eso es innovación. La ciencia es eso. De la pandemia saldremos por la innovación que nos dará la vacuna
¿Qué puede proponer València aparte de Las Naves y La Marina como creadoras de ideas?
Tenemos un ecosistema que ha estado creciendo durante estos años. Hay más de 500 organizaciones que nos han apoyado en la candidatura. Hay un hervidero de empresas y asociaciones alrededor de la innovación. Es importante hasta cómo es la ciudad, su disposición, tamaño, pueblos, polígonos... Y si lo logramos entrarán muchos recursos económicos.
A nivel popular, este tipo de aspiraciones venden menos que las antiguas designaciones, aquellas de deportes...
Son políticas diferentes. Ser Capital de la Alimentación Sostenible y tener el Centro Mundial de la Alimentación de la FAO. No tendrán el «brilli brilli» de la Fórmula 1, pero creo que tiene más beneficios para la ciudadanía
Da la sensación de que a la derecha le gustaban unos eventos y a la izquierda otros...
Son momentos y situaciones diferentes. Pensar que si nosotros hubiésemos optado a la Copa del América es política ficción. Lo que se critica de aquellos eventos realmente son las corruptelas que pudiera haber. O que quizá no era lo más adecuado un coche a 300 kilómetros por hora. Pero creo que lo criticable era la gestión. A la izquierda también le gusta el «brilli brilli» y que la ciudad sea conocida por lo mejor del mundo.
Por entonces se decía de «poner a València en el mapa». Esto es ponerla «en el mapita» o «en otro mapa»
Creo que no le damos valor suficiente a lo que tenemos. Ser capital de la alimentación sostenible, compitiendo con Tel Aviv, Buenos Aires... haciendo un trabajo impresionante y tener un centro mundial... ser capital del diseño tampoco era fácil. Y quizá la foto de un coche a 300 vende más que una investigación en la huerta valenciana, pero yo creo que ese mapa es más nuestro. Apostar por la huerta, los artistas falleros... es más valenciano que los coches de carreras o los coches de carreras en el mar. Con todo, ha sido muy importante que la oposición también participe del proyecto.
