València tiene forma de pájaro con las alas extendidas. De murciélago o Ave Fénix, que opiniones hay para todos los gustos, sobre todo si se atiene al emblema identitario -el murciélago- o a las reproducciones habituales del alado mítico -el Ave Fénix-. Por lo menos, sí que se le pone imaginación a la pareidolia. Poco importa, porque lo verdaderamente importante es lo impresionante de la imagen. Es lo que ha sucedido con una de las últimas fotografías obtenidas de la ciudad y que ha llevado a cabo el astronauta Thomas Pesquet desde la Estación Espacial Internacional, dentro de la serie que, con regularidad, suele publicar de parajes de la Tierra.

Se trata de una imagen muy poco habitual en la cartografía de la ciudad: está virada, en dirección este-oeste, que es la línea en la que se desplaza la estación. Cuando lo normal es asociar mapas y fotos de la ciudad a una imagen norte-sur, en la que l’Albufera y su entorno queda en la parte inferior de la página.

Con esta nueva perspectiva, publicada en todas las redes del astronauta, se ha asociado rápidamente al ave extiendiendo de forma majestuosa las ‘alas’.

La de la izquierda de la foto es la fachada costera del norte: Port Saplaya, los polígonos industriales de Albuixech y Massalfassar, Pobla de Farnals y El Puig. A la derecha, el ‘ala’ la forman los pueblos a la derecha de la Pista de Silla: Alfafar, Benetússer, Sedaví, Massanassa, Catarroja, Albal, etcétera. Pinedo y El Saler quedan demasiado tenues un poco más arriba y apenas se distinguen en la gran mancha oscura de la Albufera.

El cuerpo lo acaban formando tanto el casco urbano como los pueblos y ciudades de los alrededores. Sin embargo, lo que acaba por darle la imagen de pájaro es el juego de luces y sombras que Pesquet, que se encuentra desde hace meses en la ISS, explica: «Las masas sombreadas en plena ciudad son los campos de l’Horta, irrigados con un sistema de más de mil años para adaptar la agricultura a las condiciones climáticas de la región». Tras la lección científica, viene su interpretación libre, que en este caso no es la de un mito alado, sino de una especie de gargantúa: «Estoy seguro que la gente que vive a su alrededor o la que trabaja en sus muelles no se ha dado cuenta que su puerto es tan pintoresco desde el espacio, como mandíbulas comiéndose a los barcos en la noche. Es irónico porque es lo contrario: el puerto ofrece cobijo a los barcos. Esto siempre me hace pensar que los barcos están más seguros en un puerto, pero no es para lo que están hechos». Aparte de sus trabajos científicos y de sus fotografías, Pesquet ha aparecido recientemente en los televisores de todo el mundo durante la clausura de los Juegos Olímpicos de Tokio, donde interpretó con un saxofón una parte de La Marsellesa, dentro de la presentación oficial de París como sede de 2024.

La imagen, por otra parte, ha generado su punto de controversia porque el ingeniero galo ubica a València en Cataluña. Para diferenciarlo de la ciudad del mismo nombre del departamento del Drome, no duda en escribir: «Valencia (el puerto de Cataluña, no la capital del Drome). Lo que le ha generado no sólo numerosas correcciones, sino reproches por sus «conocimientos de geografía».