Más de 3.000 kilos de naranjas impregnaron ayer el ambiente a los pies de las Torres de Serranos, donde una decena de agricultores valencianos vendieron su producto directamente a los vecinos del centro de València. «El malestar social que hay por el importe de los productos en el supermercado es un clamor en el campo», aseguró Marc Ferri, miembro y portavoz de Per l’Horta, plataforma organizadora de este Mercado de la Naranja, que vendió 3.000 kilos de navelinas y unos 300 kilos de mandarinas y otros productos de temporada, como alcachofas, calabazas, patatas y cebollas.

La iniciativa formaba parte de la campaña ‘Preus justos’ de Per l’Horta, y contaba con la colaboración de La Unió de Llauradors, la Asociación Valenciana de Agricultores, la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos, Greepeace Comunitat Valenciana, Ecologistas en Acción o Acció Ecologista-Agró.

«El producto se está acabando muy rápido, más de lo que imaginábamos», confesó Ferri. A las 10.30 horas, cada puesto acumulaba unas 30 personas en cola para comprar naranjas. «El campo no conoce la inflación. Actualmente, se están pagando precios menores que hace 20 años. Los agricultores están en una situación muy precaria, por lo que muchos se plantean abandonar», lamentó Ferri. Según el portavoz, el cajón de 20 kilos de navelina se vende ahora mismo en torno al euro.

Sin embargo, en el mercado de ayer, los agricultores pactaron un «precio justo para el consumidor». Cada malla de 5 kilos se vendió a 6 euros, para que cada productor se llevara por kilo 1,20.

«Tenemos muy claro que no se puede proteger la huerta sin proteger al productor. Queremos evidenciar que la gente está dispuesta a comprar productos de proximidad si hay una garantía de que el precio que cobra el agricultor es justo», defendió Ferri.

Una feria por campaña

«Me parece una buena manera de acercar el producto valenciano al consumidor, sobre todo, en la ciudad, donde los supermercados tienen gran parte del mercado. En la mayoría, se venden frutas del extranjero», señaló Nerea López Canet, una vecina del barrio del Carme que acudió a comprar una malla a primera hora de la mañana. «La ciudad vive de espaldas a la huerta. Es un crimen», comentó otra vecina, Ángela Almela.

La idea de los colectivos agrícolas, según el portavoz del Per l’Horta, es realizar este mercado periódicamente «atendiendo a momentos críticos de la campaña agraria», como hicieron hace unos meses, cuando organizaron el mismo mercado, pero dedicado a la patata y a la cebolla.