Aborto y eutanasia en el mismo saco pecaminoso de la violencia de género, el acoso escolar y la pedofilia. Así hilvanó el dominico Salvador Serralta los vicios de la sociedad de hoy en la homilía del día del patrón. Siguiendo la costumbre, es un religioso de esa comunidad quien pronuncia y en valenciano el sermón de la misa de pontifical de la Catedral, el primer acto del día de San Vicente Ferrer.

En el discurso comparó el tiempo de San Vicente y el actual, con sus pecados. "Son muchos los siglos que nos separan del tiempo en que predicaba San Vicente, y las diferencias con la sociedad de la Baja Edad Media, pero creo que muchos de los pecados que el pare Vicent denunciaba en sus sermones continuan presentes en la actualidad. Cuando predicaba hablaba de una existencia mundana, donde cada uno se preocupa de sí mismo. ¿Os suena eso? Regulando y aumentando las riquezas sin preocuparse por los demás, de cómo se reniega de Dios, homicidios, discordias, robos, abortos -que también en aquellos momentos había-, adulterios, maltratos a la mujer, cristianos que vivían como si no lo fueran y personas religiosas que no cumplían con los votos de castidad, pobreza y obediencia. Y me pregunto: ¿todos esos pecados no los vemos en la sociedad actual? Desafortunadamente, si. A lo mejor ha cambiado de nombre, pero los pecados son los mismos: violación de derechos humanos, riqueza obscena, violencia de todo tipo, violencia de género, bullying, pedofilia, aborto, eutanasia, consumismo excesivo, tráfico de drogas. Al final, lo que es el núcleo es el mismo".

Serralta hizo un llamamiento a la "conversión" en sentido de girar nuevamente hacia el sentimiento religioso. "Muchos sermones de San Vicente tenían una crítica de un mundo lleno de vicios y que pronto le llegaría el final, ya que estaba manifestándose el anticristo. También podíamos pensar que estamos a las puertas del Juicio Final y que el ser humano no tiene solución y tropieza con la misma piedra. Y es verdad. Por eso, el pare Vicent, cuando se refería a los vicios que existían en la sociedad lo hacía para reconocer los pecados, convertirse y santificarse. Por cambiar la sociedad, vivir en justicia, paz y "germanor", signos visibles del reino de Dios".

"Hay que reconocer que muchos de nuestros comportamientos participan de la decadencia de la sociedad que vivimos. Que participamos de esos pecados, pero también que hay que esforzarse por cambiar y cambiar la sociedad. El primer paso para la conversión es cambiar a uno mismo para así cambiar a la sociedad y contribuir a la instauración del reino de Dios".

También mostró dudas sobre los efectos de la ciencia. "El hombre moderno es un hombre tecnológico, que se deshumaniza cuando llega a las alturas del desarrollo científico. Cuando llega a esas alturas se aleja de Dios y de los demás. El hombre moderno es un cree que no necesita conversión proque es el gobernador del universo: todo lo podemos solucionar y hacer. ¿Para qué necesitamos a Dios si todo lo podemos solucionar nosotros? Y este es el error del hombre de Dios. Es necesario un cambio urgente".

"El hombre moderno debe recuperar el sentido del pecado, aunque ya sé que no esté de moda. Pero por eso quiero hablar del pecado. Se ha perdido el sentido de pecador, de culpable, de responsable de lo que pasa en nuestra sociedad. Recuperar el sentido de que somos pecadores es entender nuestra realidad. Porque somos personas débiles, que a veces nos equivocamos. Y comenzar así a buscar la gracia divina".

Y recuperó el paralelismo entre épocas. "San Vicente denunciaba y hacía una crítica constructiva a la conversión. Preguntémonos qué diría ahora San Vicente si fuera él el predicador. ¿No denunciaría nuestros vicios y llamaría a la conversión?"

También se refirió a la situación bélica actual: "Al hablar de los enemigos hacía llamamiento a la reconciliación, como había hecho Jesús. Qué bien nos vienen ahora estas palabras. En estos momentos que vivimos una guerra muy cerca de casa. Qué bien nos vendría perdonar a los amigos y a los enemigos. Querer a Dios y a los demás es hacer la paz con Dios y entre los hombres. El mismo hablaba de la paz con Dios: si queremos la paz debemos querer. Decirlo y ponerlo en práctica".