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Luces y sombras de la València de las plazas

Algunos han sido ocupados por usuarios de patinetes y bicis, «skaters» y terrazas de locales que alteran la movilidad y la convivencia

Furgonetas de carga y descarga, patinetes, viandantes y terrazas «conviven» en la zona peatonal que rodea el Mercado Central. | JOSÉ MANUEL LÓPEZ

Con la reapertura de la plaza de la Reina, a finales de julio, València completa una transformación histórica que ha devuelto a los ciudadanos 150.000 metros cuadrados de espacio urbano, que antes ocupaban los vehículos y ahora disfrutan las personas. Los peatones caminan hoy sobre una superficie que equivale a 21 campos de fútbol con las medidas del viejo Mestalla (105 x 68 metros).

En la última actuación, y gustos estéticos aparte, se ha cambiado la rotonda con coches y buses que antes era la plaza de la Reina, por un gran ágora sin tráfico. Antes, gracias a los gobiernos progresistas, la denominada ‘València. Ciudad de Plazas’ había avanzado por la vía del urbanismo táctico y provisional con la plaza del Ayuntamiento (mayo de 2020) y San Agustín (agosto de 2020). Más recientemente, se estrenaron Ciudad de Brujas y el Mercado (mayo de 2022), esta vez, con su reurbanización definitiva.

Esos 150.000 m2 citados incluyen los 12.000 m2 de la plaza del edificio consistorial y los 300 m2 de San Agustín, la Reina (10.000 m2), Brujas, Mercado y el entorno de los Santos Juanes. Pero también cerca de 40 plazas y calles más que en otros barrios de la ciudad se han convertido en peatonales: Rojas Clemente, Lorenzo de la Flor, Rosario, Pintor Segrelles, Arzobispo Olaechea o San Sebastián, por citar algunas. El resultado, como afirmó el alcalde Joan Ribó, es que València «sigue dando pasos hacia una ciudad sin coches y pensada para las personas».

La profunda metamorfosis de la capital valenciana durante la segunda década del siglo XXI deja para la posteridad postales que han cambiado el paisaje urbano -esas nuevas plazas citadas- y también el paisanaje. Aquí está la clave de este cambio que el propio alcalde decía que hay explicar bien a los ciudadanos. València es otra y ya ha comenzado a cambiar los hábitos y usos de los valencianos. En especial, en materia de movilidad.

El secretario general de la Unión de Consumidores Vicente Inglada afirma que hace falta «mucha pedagogía» y que en materia de movilidad «todos aprendamos a convivir en el espacio urbano» recién recuperado. Con todo, las grandes ciudades europeas avanzan en la misma dirección que València: menos coches y más caminar, comenta Inglada. En este punto, María José Broseta, presidenta de la Federación de Vecinos, lo tiene claro: «los espacios peatonales son eso, para los peatones». Estas nuevas plazas «son para caminar y contemplar los entornos monumentales que los rodean». Por eso, «ni bicis ni patinetes» tienen cabida en ellas, como tampoco las terrazas que ocupan metros que no deben o los vehículos que se cuelan para aparcar donde no toca.

En esa línea, los incívicos que practican «skate», que hacen botellón o incluso actos vandálicos no tienen cabida. Aunque ya han visto una oportunidad para «tomar» enclaves como los Santos Juanes, la Reina o la misma puerta consistorial. Las autoridades deben aplicar mano dura como les reclaman colectivos como Amics del Carme o el Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural.

La primera entidad es especialmente combativa en este sentido. Denuncia cada día la ocupación sistemática del espacio público por los hosteleros que no cumplen las normativas y el ruido que apareja . El Círculo, por su parte, exige medidas para proteger la Lonja, Patrimonio de la Humanidad, y el resto de enclaves monumentales, demasiados expuestos al turismo irresponsable y a los vándalos.

Mientras, la asociación de Comerciantes del Centro Histórico ya ha alertado de un cambio de modelo. «El comercio tradicional hace tiempo -dice su gerente Julia Martínez - que ha desaparecido del centro histórico». En su lugar, las franquicias de hostelería o ciertas modalidades de comercio copan los locales. Por último, la convulsa movilidad que ha traido esta amalgama de patinetes, papeleras y mobiliario urbano, bicis, viandantes y coches esporádicos, genera inquietud en las personas mayores y en los vecinos de toda la vida de estos enclaves urbanos. «La administración debe garantizar el acceso de los peatones», reclaman.

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