Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los vecinos de Honduras sentencian a la hostelería

Denuncian que en 14 meses se han superado 346 veces los niveles de ruido permitidos

Manifestación contra el ruido celebrada en València. | LEVANTE-EMV

Vivir en la plaza de Honduras y las calles adyacentes es «un infierno» para los vecinos, al igual que ocurre en Ciutat Jardí. Aunque el ayuntamiento ha recortado las terrazas a 72 locales y los hosteleros dicen no ser responsables de las molestias, movilizaciones incluidas, las asociaciones vecinales de ambos barrios han estallado contra la hostelería, a la que acusan de ser la responsables de que miles de personas llenen las terrazas, pero también el resto del espacio público, como plazas, parques y jardines, «para beber alcohol, consumir estupefacientes, defecar y orinar en la vía pública, cantar y bailar, causar altercados, y en definitiva, impedir que 16.000 vecinos puedan descansar y dormir cada noche».

Este es el resumen de lo que ocurre en ambas zonas de València, en palabras de Javier Soler, presidente de la AVV de la plaza Honduras y adyacentes; de Xelo Frigols, presidenta de la AVV de Ciutat Jardí-El Cedro; y de Antonio García, directivo de esta última entidad no solo los fines de semana y festivos, «sino casi todos los días».

Tal como explica Javier Soler, la concentración de locales de ocio «tiene un efecto llamada desmesurado», de manera que a la población habitual del barrio se suma gente de toda la ciudad y de toda el área metropolitana. Entre julio de 2021 y septiembre de 2022, los dos sonómetros instalados por el Ayuntamiento de València en la plaza de Honduras y en El Cedro han arrojado mediciones que superan los 65 decibelios permitidos por la ley hasta 346 veces: 159, en El Cedro; y 187 en Honduras.

«Pero el ayuntamiento niega la mayor -relata Soler- dice que las mediciones están bien porque no quiere enfrentarse a la hostelería, prefiere regalarle el espacio público a los hosteleros y primar la economía por encima de la salud de los residentes». Por eso, los vecinos han demandado y han reclamado la declaración de Zona Acústicamente Saturada por la vía judicial.

Ambas entidades vecinales exigen que la administración decrete una moratoria de licencias y que no se abran más locales. Además, piden la reducción de las terrazas y recortes de sus horarios. Según sus cálculos, en el barrio «acumulamos 158 locales de hostelería y unas 150 terrazas». Algunas de ellas, «cuentan con 60 mesas y estas terrazas ocupan 4.000 m2 de espacio público; con más de 1.200 mesas, lo que supone unas 6.000 personas sentadas en la calle».

Por todo ello, Honduras, El Cedro y Ciutat Jardí se han convertido en «Un Polígono del Ocio». Un lugar donde es muy difícil vivir cada día. «La mayor parte de los vecinos toma o ha tomado somníferos para dormir, la situación de ruido constante altera nuestra salud, los políticos no están haciendo su trabajo ante esta agresión continua y sistematizada que sufrimos», suscribe Xelo Frigols. Desde 2014, el Síndic de Greuges, recuerda Antonio García, ya advirtió al ejecutivo local, entonces del PP y con Rita Barberá en el poder, de que tenía que solucionar este grave problema. «El 18 de diciembre de 2015 -apunta García- el actual gobierno nos prometió que iba a solucionar este tema pero han pasado los años y hemos ido a peor».

No en vano, el ruido y el incivismo han acabado por agravar la gentrificación. «Las parejas jóvenes se marchan -comenta Soler-, las nuevas generaciones no quieren criar a sus hijos aquí y los pisos que se venden se los quedan empresas que los alquilan a estudiantes como pisos patera. Incluso, reforman los salones y hacen más habitaciones», concluye esta fuente.

Compartir el artículo

stats