El desatasco de cientos de licencias dispara las obras y llena las calles de contenedores

Ciutat Vella, Marítim y l’Eixample son los distritos con más pisos en venta

En Russafa hay calles donde los contenedores se acumulan en poco espacio. | JOSÉ MANUEL LÓPEZ

En Russafa hay calles donde los contenedores se acumulan en poco espacio. | JOSÉ MANUEL LÓPEZ / j.m.vigara. valència

José Miguel Vigara

José Miguel Vigara

València se ha llenado de contenedores en las últimas semanas, en especial, del verano a esta parte. En barrios como Russafa basta pasear por calles como Sueca, Cuba, Puerto Rico o Filipinas para ver containers en la vía pública llenos de escombros y material de derribo, como muebles viejos y saneamientos retirados de los pisos. Esta imagen responde a una reactivación de los permisos de obras, en especial, para reformas y obras menores, según afirman fuentes del departamento de Urbanismo. «El concejal -explican estas fuentes- firma cada día una docena de licencias en toda la ciudad, hay cientos de actuaciones en marcha». Según el equipo de gobierno del PP, este «boom» de expedientes liberados obedece «al plan de desatasco de permisos que puso en marcha Juan Giner cuando accedió a la concejalía de Urbanismo y Disciplina Urbanística».

Un operario vacía escombros en una de las obras de l’Eixample. | JOSÉ MANUEL LÓPEZ

Un operario vacía escombros en una de las obras de l’Eixample. | JOSÉ MANUEL LÓPEZ / j.m.vigara. valència

Tal como relatan vecinos de Russafa, se está intensificando la rehabilitación de fincas y pisos en el barrio. Hay varios perfiles de propietarios, pero no todos están movidos por el interés de convertir estos inmuebles en apartamentos turísticos, otro notable contingente está reformando sus propiedades para vivir en ellas. Hay un porcentaje de valencianos, de clase media-alta, o incluso herederos de antiguos vecinos del barrio, que han optado por invertir en Russafa y reformarse su casa para vivir aquí. Un segundo tipo de propietarios son extranjeros de alto nivel adquisitivo, británicos y europeos, que han escogido Russafa para residir. Los más mayores, jubilados jóvenes, han comprado inmuebles en la zona, los han restaurado y se han venido a vivir a un barrio tan mediterráneo y cosmopolita.

Otro perfil de inversor viene dado por españoles, norteamericanos y nórdicos que han escogido València como segunda residencia permanente para vivir en los meses de invierno. Son nómadas digitales que teletrabajan durante gran parte del año y que han escogido la capital valenciana por su clima benigno, su seguridad y su calidad de vida.

Por eso, hay fondos inversores que están comprando inmuebles en Poblados Marítimos, El Ensanche o Ciutat Vella para sacarlos luego al mercado de arrendamiento. Si se mira el portal Fotocasa, uno de los más visitados a la hora de comprar y vender, rápidamente se puede localizar cuáles son los distritos más atractivos para potenciales compradores. En Ciutat Vella, hay 734 inmuebles en venta; en Poblados Marítimos, 623; en L’Eixample, 591, y en Extramurs, 544. Como se observa, en función de la demanda se activa también la actividad constructiva, bien sea por la vía de reformas o de la rehabilitación. Por eso, en Russafa -L’ Eixample- hay inversores interesados en comprar para reformar y luego revender; lo mismo que en barrios como el Cabanyal o Malva-rosa, del Marítimo, donde han aumentado también las licencias para obras menores. Todos estos datos tampoco deben alejarnos de un peligro real, los vecinos de los barrios clásicos de València, los vecinos de toda la vida, sufren el problema de la gentrificación y de la turistificación ya que cada vez se encarece más la vivienda por esta demanda sostenida, extranjera, de fondos de inversión o de agencias que quieren comprar para alquilar a los turistas.

Moncho Cebrián, de la plataforma Convivir Russafa, muestra también su preocupación «por la proliferación» de apartamentos turísticos que se están instalando en las plantas bajas que antes ocupaban negocios y locales de restauración. «En Russafa -dice- se está haciendo mucha reforma y mucha rehabilitación, por parte de gente del barrio que quiere vivir aquí, pero también por fondos de inversión que quieren alquilar el día de mañana». Cebrián alerta del peligro de convertir bajos comerciales en viviendas turísticas. «El 90 % de los locales de Russafa son respetuosos y cumplen las ordenanzas». Si hay algún problema con una terraza, apunta este portavoz, puedes hablar con el hostelero y solucionarlo, comenta Cebrián. El problema es que si cierran un bar y lo sustituyen por un apartamento turístico, cuyos clientes causan molestias, «¿a quién vas a reclamar responsabilidades?», reflexiona.

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