Sant Antoni de València: la mayor concentración de mascotas de España
La fiesta de Sant Antoni exhibe su poder de convocatoria con tres horas de desfile y miles de personas llevando sus animales de compañía y de labranza
La ciudad de València arrancó ayer la primera hoja del calendario festivo si contamos con que los estertores de la Navidad son, realmente, una fiesta heredada del año anterior. Y para Sant Antoni (después vendrán San Vicente Mártir y Sant Blai) se ha acuñado un concepto que, te paras a pensar, y está cargado de razón: «la mayor concentración de animales de compañía de España». Y seguramente será verdad porque València dispone de los dos factores decisivos para ello: una vocación de campo, que estaba en este mismo barrio hasta no hace tanto -ayer, algunos equinos estaban amarrados a la alquería de la calle Ministro Luis Mayans-, una población grande y una tradición de siglos que se ha multiplicado en los últimos años. Por eso, el resultado de la fiesta de ayer dejaba claro que ni siquiera le hace falta trasladarse a fin de semana para tener un poderoso poder de convocatoria. «Hasta la calle Maximiliano Thous» proclamaba la megafonía entusiasta al contemplar la primera parte del desfile, el dedicado a perros, gatos, aves y alguna especie exótica, que se perdía en la lontananza.
Bendición y pedagogía
Han estado espabilados en la hermandad de Sant Antoni, del barrio del mismo nombre, para girar, modernizar y fortalecer el mensaje. La consecuencia es un acto multitudinario. Que, en todo caso, deberá pensar en revisar su inicio, porque acabó pasadas las dos y media de la tarde, con una grada ya agotada y que, por consiguiente, se perdió la otra parte del recorrido, la dedicada al mundo equino y al campo. Mientras desfilan los animalitos, lanzan mensajes: «visita al veterinario y cuida del bienestar de tu animal», «estar identificado multiplica por 20 las posibilidades de que tu gato, perro o hurón vuelvan contigo»... y los servicios de Bienestar Animal del Ayuntamiento aprovechaban para inspeccionar y aconsejar y, de paso, hacer controles aleatorios de microchips.
Tiene la fiesta, además, un notable poder de atracción a la clase política, que se dio cita masivamente por parte de los cuatro partidos políticos municipales sin excepción. Unos, de espectadores; otros, participando con sus animalitos -el «Arpo» de Marta Torrado y el famoso «Pep» de Sandra Gómez parecen hermanos mellizos, pero no. El primero es labrador y el segundo es Golden Retriever. Estuvieron, apoyaron la fiesta con su presencia y fueron abandonando la calle Sagunt. En honor a ambos, los populares Juan Carlos Caballero y Carlos Mundina estuvieron desde el primer al último minuto. Y también estuvo el arzobispo de València, Enrique Benavent, quien ofició la misma previa y que inauguró la bendición destacando previamente que los animales son criaturas de Dios. Tanto, como que fueron creados antes que el hombre.
Los antonianos han modernizado el menaje y la bendición y desfile se combina con mensajes de cuidado animal
La fiesta está claramente estructurada: a primera hora, a las once y media, turno de animales de compañía. Una vez ha pasado esa primera oleada vienen los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Este año, con un homenaje especial a la Policía Nacional, que desfiló con una numerosa dotación a caballo. Se cantó su himno con todos ellos formados frente a la imagen del Santo.
De todos los campos valencianos
Y después, el campo valenciano. De la ciudad, de los pueblos cercanos y de los muy, muy lejanos. Cada uno con su carro y también con su nombre y su apellido. Paco Almenara «El Cartero», los hermanos Paco de La Torre, Pau Gil y Rafelet de Albuixech, El Gatet de Borbotó, el Tío Juan de la Valldigna, Enrique Platero de Utiel, Toni de Javea o Gerardo Barraca de Tavernes Blanques.
Después, los enganches. Los coches ligeros, evolucionando con habilidad a pesar de que los equinos no transitan cómodos. Acostumbrados a la tierra, la hierba o la arena, el asfalto les hace ir más nerviosos de lo habitual. Y como remate, las hípicas, donde la doma se lleva los mayores aplausos porque caballos y yeguas evolucionan con sus piaffes, sus passages y sus piruetas. Ponerse a dos patas ya remata con aplausos del respetable. Ni uno se quedó sin lucir en el desfile, que se cerró ya pensando en el año que viene.
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