L. Ballester/P. Varea, Valencia

La ciudad de Valencia debate desde hace 25 años, sin llegar a conclusiones concretas, la relación entre el puerto y los barrios marítimos. Desde el primer proyecto que presentó Ricardo Bofill en 1981 hasta la actualidad se han sucedido casi una veintena de propuestas de las que ninguna ha fructificado. En este debate el puerto ha ido ganando terreno a la ciudad (primero al arrebatar la playa de Nazaret, después al invadir la huerta de La Punta) y sólo una evento como la Copa del América ha permitido recuperar un espacio para los ciudadanos.

La indecisión en los usos de algunos terrenos portuarios han salido muy caros. El puerto de Valencia acoge el puente levadizo más largo del mundo, inaugurado en enero de 2002 y que costó más de 14 millones de euros (2.380 millones de pesetas), que actualmente «es un puente inútil», según reveló ayer el ingeniero de caminos que lo ideó, Julio Martínez Calzón, durante el Congreso Internacional Arcelor: Arquitectura y Construcción. «Al cambiar toda la distribución de tráfico de ferrocarril y carretera del interior del puerto el puente ya no tiene ninguna utilidad», explicó Martínez Calzón mientras mostraba las imágenes del proceso de construcción de la infraestructura. La autoridad portuaria intentó venderlo al puerto de Santander pero, finalmente, se ha desestimado esta posibilidad porque resultaba igual de caro el traslado y adecuación que construir uno nuevo, según aseguró el ingeniero. A día de hoy, el Puerto de Valencia tiene varias ofertas sobre la mesa para adquirir el que estaba llamado a convertirse en su «icono» y referencia visual.

Al diálogo entre el puerto y la ciudad se refirió el arquitecto José María Tomás Llavador, autor del Master Plan del Balcón al mar -aplazado sine die tras la elección de Valencia como sede de la Copa del América- y autor de las bases de los equipos BMW Oracle y Alinghi en la dársena. Tomás Llavador aseguró durante su intervención que estos últimos edificios «ofrecen nuevas perspectivas de la ciudad» y defendió su aprovechamiento posterior, al igual que los tinglados, pantalanes o muelles recrecidos.

Por otra parte, el movimiento vecinal planteará invertir en Natzaret el dinero que se consiga de la venta del puente levadizo. Así se planteó ayer por el dirigente vecinal de Sant Marcel.lí, Vicent Soler, en el debate que la federación vecinal celebró sobre la ampliacion portuaria La dirigente dijo que Natzaret es la gran olvidada y necesita inversiones desde la administración. La responsable del ruido, Sol Romeu, recogió la propuesta y espera que se traslade a un pleno vecinal. El debate sacó a relucir la división entre el movimiento vecinal y el PSPV ante la posición del secretario de Estudios.