Tras más de 3 años de investigación, los expertos publican hoy en la revista "Proceedings of the National Academy of Science" una imagen tridimensional real de la estructura de esa capa protectora del virus, construida a partir de cientos de imágenes de rayos X.

La cápsida protege y aisla del exterior el material genético del virus, pero no sólo acompaña a ese material antes de que el virus invada una célula para multiplicarse, sino que entra en ella y nunca llega a desintegrarse del todo.

Y es que una vez que invaden la célula, los virus necesitan "acordonar" su "carga explosiva genética", un mecanismo protector que tiene como objetivo la destrucción del invasor.

Para reproducirse, los virus entran en la célula y secuestran su maquinaria bioquímica para ponerla al servicio de la replicación vírica.

Aunque se conocen más de 5.000 clases de virus, la mayoría de ellos posee una cápsida helicoidal o esférica.

Para obtener la imagen de una cápsida, los científicos utilizaron la difracción de rayos X de alta energía sobre el virus Penicillium stoloniferum F.

Esta variedad, cuya cápsida es esférica, infecta al hongo del que se consigue la penicilina y, aunque no afecta al ser humano, es muy similar al rotavirus, que causa el resfriado.

Antes de radiar la cápsida, los científicos tuvieron que crear una forma cristalina del virus que resistiera la radiación.

A partir de aquí, y tras la recopilación de cientos de imágenes, los científicos localizaron el lugar exacto de los 5 millones de átomos de esta cápsida y consiguieron una fotografía de tres dimensiones de esa estructura proteica.

"Los virus esféricos, como éste, tienen simetría como un balón de fútbol o una cúpula geodésica. La cápsida contiene exactamente 120 copias de una única proteína", explica uno de los autores de la investigación, Junhua Pan.

El bloque de construcción básico de la esfera consiste en una disposición de cuatro piezas llamada tetrámero que se entrelaza para crear la estructura.

Gracias a las imágenes, los científicos han descubierto la disposición y el bloque de construcción básico de la cápsida vírica lo que, esperan, les permitirá saber más acerca de su proceso de formación.

"Como muchos virus utilizan este tipo de cápsida, conocer cómo se forma podría contribuir al desarrollo de nuevas terapias antivirales", apunta la investigadora Jane Tao.

Asimismo, esa información podría ayudar a aquellos científicos que tratan de crear virus de diseño que transporten genes terapéuticos hasta el interior de las células humanas.