Bajo la ciudad moderna se extiende un vasto entramado de galerías, túneles, tuberías, alcantarillas, redes de transportes, estaciones subterráneas. Una inmensa telaraña sobre la que se asienta, y de la que depende, la metrópolis visible; un espacio funcional e imprescindible, pero también un ámbito simbólico, una esfera oculta: el inconsciente de la urbe.