Vuelta a España 2023

El Jumbo entrega la Vuelta a Kuss tras otra exhibición de Evenepoel

El estadounidense, arropado por Vingegaard y Roglic en La Cruz de Linares, última gran ascensión de la carrera, mantiene el maillot rojo a falta de tres etapas para el final

Sergi López-Egea

Cuando la Vuelta a España circula por carreteras asturianas sólo se escucha un grito, como si fuera un corredor de la tierra. “¡Vamos, Remco!”, grita Asturias, que crea un chillido colectivo dirigido a un ciclista que ha animado la carrera desde que se hundió camino del Tourmalet. Y Evenepoel se lo cree para convertir cada etapa en una fuga, en una revuelta, en una animalada, una salvajada y para acribillar a los que se unen a sus cabalgadas, a los que sepulta cuando coloca un ritmo endemoniado. Los que van con él, como si fueran pecadores en vez de corredores, se condenan al infierno. Ni siquiera los perdona enviándolos al purgatorio. 23 años, tres victorias en la Vuelta, 50 triunfos en su palmarés profesional.

Remco Evenepoel gana en la Cruz de Linares, en la 18ª etapa de la Vuelta a España.

Remco Evenepoel gana en la Cruz de Linares, en la 18ª etapa de la Vuelta a España. / EFE

Cuando los corredores están cenando en los hoteles de Oviedo o en los autobuses aparcados a la puerta, Xavier Florencio, el director catalán del Bahrain, toma una cerveza, pero sin ánimo de relajarse, en la cafetería del establecimiento donde pernocta. Tiene el ordenador abierto, sobre la mesa, el libro de ruta de la Vuelta, donde se dibujan los detalles de cada etapa; entre ellas, la que acaba en la Cruz de Linares. Con él, están los ayudantes, los mismos con los que preparó el miércoles la ofensiva del Angliru.

Por la noche se estudia la ofensiva del equipo de Mikel Landa, ¡Viva el 'landismo'! porque el alavés ha despertado de su letargo. “Alguien lo tenía que hacer en el Angliru”, dice Florencio para romper sólo por un instante la concentración, por saludo y por cortesía. El Bahrain lo prepara, lo tiene todo estructurado. Dos veces se sube a la Cruz de Linares y en la primera probaran a los rivales. No tanto a los neerlandeses, que corren en otra liga, sino a los dos ciclistas españoles, por delante y por detrás, que Landa tiene en la general, Juan Ayuso Enric Mas. Ser cuarto representa ser el primero de los que han sobrevivido al Jumbo. Landa lo intenta. Ayuso lo controla y en el esprint final de la etapa entre los favoritos hasta pierde tres segundos, algo que no representa una novedad en la vida deportiva del corredor vasco.

Combate imposible

Cuando el Bahrain prepara un combate imposible, los ciclistas del Jumbo están reunidos con la dirección del equipo en la capital asturiana. Tenían libertad hasta el Angliru, pero superada la gran cumbre del principado, se ha acabado la batalla entre otros. Sepp Kuss queda designado como candidato a ganar la Vuelta. Así discurre la etapa, se da algo más que oxígeno a la fuga de Evenepoel mientras Jonas Vingegaard decide convertirse en el ángel de la guarda de su gregario estadounidense.

Primoz Roglic no abre la boca. Si Kuss va a rueda, él también. Jonas Vingegaard renuncia a recortar los ocho segundos de desventaja sobre su asistente estadounidense al que sube por la Cruz de Linares y, del esfuerzo, en el esprint final se deja otros nueve. “Corrimos para asegurar el liderato de Kuss. Es bueno devolverle algo. Sólo le queda una etapa (refiriéndose a la de este sábado) para seguir luchando”, afirma en la cumbre el doble ganador del Tour.

El silencioso Roglic

Nadie sabe realmente lo que piensa Roglic, quien da la impresión de estar más afectado por la decisión de su equipo. Salvo un caos por la sierra de Guadarrama, un hundimiento de Kuss a la altura del Titanic, quedará tercero en una ronda española a la que se apuntó para ganarla.

Kuss, en el podio, sonríe entre el griterío de los aficionados. Cae simpático porque siempre está sonriendo y porque habla castellano en público y catalán en la intimidad. “He dado un paso de gigante”, reconoce increíblemente feliz porque sabe que ni Vingegaard ni Roglic, con mejor o peor cara, no lo volverán a dejar tirado como en el Angliru y sin la necesidad de que llegue Landa para salvarlo, en su arreón final, algo más que el jersey rojo, porque si lo llega a perder ante Vingegaard, entonces sí, entonces habría dicho adiós a la victoria en la Vuelta.