Conforme se acerca el día de las elecciones generales, Vox va desgranando alguna de sus medidas como la derogación de una docena de leyes, entre ellas el aborto o la ilegalización de partidos políticos independentistas.

Es evidente que la formación de Santiago Abascal está fuerte, las encuestas la sitúan como tercera fuerza política por delante de Sumar, y quiere entrar en un hipotético Gobierno con el PP, como ya ha hecho en varias CCAA como Castilla y León, Extremadura o la Comunidad Valenciana. El pulso lo está llevando a niveles extremos como en Murcia, donde López Miras les ha ofrecido un acuerdo programático, pero los de Abascal insisten en entrar en el Gobierno, algo que el presidente murciano sigue descartando. Si no hay acuerdo, habrá repetición electoral.

A nivel nacional, el escenario de una repetición electoral en el caso de que no se consiga una mayoría parlamentaria, tras las elecciones del 23-J no es nada descartable, teniendo en cuenta la gran fragmentación parlamentaria y la dificultad de llegar a acuerdos para conformar mayorías, tanto desde el lado de la derecha como de la izquierda.

Descartada la abstención del PSOE como ha pedido  Núñez Feijóo, si el PP es la lista más votada, y lejos todavía de esos 150 escaños que permitirían un gobierno en solitario del PP, a los populares no les queda otra que pactar con Vox.

Tener a los de Abascal sentados en el Gobierno con ministerios importantes en sus manos es algo que tendrá que valorar Núñez Feijóo porque supondría un retroceso en términos de derechos y libertades.

El despliegue de una lona en el centro de Madrid donde se pisotean derechos de minorías como el colectivo LGBI o la Agenda 2030, tirándolos al cubo de la basura es una declaración de intenciones de un partido político que hace del odio su principal seña de identidad.

En Vox se está imponiendo la línea más dura del partido con  Jorge Buxadé y  Rocío Monasterio que son los que están llevando junto a  Santiago Abascal las negociaciones con el PP y que salvo en Murcia se han concretado con gobiernos de coalición.

La llegada de Vox al Parlamento nacional inquieta y mucho en Europa, donde la presencia de la ultraderecha no es plato de buen gusto porque son partidos esencialmente negacionistas y antieuropeístas, con un discurso xenófobo, homófobo y racista.