Lo mejor y lo peor de sí mismo mostró ayer el Villarreal en Montilivi. Del cero al infinito pasó el Villarreal en los primeros 20 minutos de encuentro, y de vuelta al barro regresó el conjunto amarillo desde que Stuani recortó distancias para sumar un triunfo costoso, pero muy importante. Seis puntos de seis posibles con Javi Calleja, y los amarillos ya se asoman a los puestos europeos.

Sufrió más de la cuenta un submarino que demostró una pegada envidiable y una fortaleza defensiva importante. El equipo golpeó cuando pudo, y apretó los dientes cuando la situación le obligó. Pero también hubo momentos de confusión en los de la Plana, de asfixia provocada por un Girona que encontró los puntos débiles del plan de Calleja, sobre todo por la banda de Mario por donde llegó la mayor parte del peligro rojiblanco.

Con una apuesta inicial que redundó en el 4-3-1-2 que ya se identifica con Calleja, Fornals volvió a agradecer la libertad que le da la media punta, y Trigueros cayó a la banda izquierda, algo que no le impidió pillar más de una vez la espalda de los defensas del Girona.

En el arranque, el Villarreal mantuvo la dinámica positiva mostrada ante el Eibar. En apenas 20 minutos, daba la impresión de haber solventado la faena. Un Bakambu desencadenado prolongó su racha anotadora con un doblete. Primero, el congoleño avisó con un centro desde el interior del área, en el minuto 5, que tocó Iraizoz y no pudo embocar Nicola Sansone.

Sólo cuatro después, un balón filtrado por Trigueros, que pilló la espalda de Juanpe, dejo a Bakambu sin marca y con ventaja ante Iraizoz. Con un disparo de calidad, batía por la derecha al guardameta vasco. Prolongó y aumentó la ventaja amarilla el delantero del Villarreal once minutos más tarde. Otro pase largo entre los centrales, en esta ocasión de Fornals que guió una contra iniciada por una pérdida de balón local, permitió a Bakambu quedarse de nuevo solo ante Iraizoz. En esta ocasión, el congoleño estaba un poco más escorado a la derecha, pero eso no le impidió certificar el 0-2.

El Villarreal surfeaba la gran ola, y daba la impresión de que sólo era cuestión de tiempo que se incrementara la goleada. Pero los amarillos sufrieron el apagón. La intensidad visitante descendió hasta el punto de ofrecerle al Girona una oportunidad. Los de Machín, superados durante la primera media hora, sacaron la cabeza en el último cuarto del primer tiempo. Bernardo, con un remate de cabeza a las manos de Barbosa en el minuto 37, logró el primer disparo a puerta de los locales. Sólo dos después, Aday se marchó de Mario y su centro lo remató Stuani. Barbosa mandó a una saque de esquina que significó el tanto local. Botó Aday, Bernardo remató en el área y Trigueros rechazó. Pero el central del Girona se empeñó en prolongar el peligro con un centro al área pequeña. Stuani, con la espuela, acortaba distancias.

Capacidad de sacrifico

Por un momento, el Villarreal se asomó al desastre. Guiado por un Aday superior a un Mario desbordado, el Girona lo intentó una y otra vez con los centros desde la izquierda. Los primeros veinte minutos de la reanudación fueron un sufrimiento continuo, pero ni Kayode ni Stuani acertaron a igualar el duelo.

Las entradas de Bacca y Cheryshev permitieron cortar el ritmo de los locales y, sobre todo, tomar aire a nivel ofensivo. El colombia pudo anotar el tercero en el 64, pero Iraizoz evitó el tanto.

El paso de los minutos amortiguó el dominio del Girona. Las fuerzas empezaron a faltar y, aunque el Villarreal seguía encastillado en su área, la claridad de los ataques locales era menor. Un balón al travesaño, en el minuto 86 tras una falta lanzada por Douglas Luiz, fue el último cartucho de los de Machín que vieron como los amarillos dan un nuevo paso adelante.