La "Lezomanía" existe y crece imparable gracias, entre otros factores, a internet, que ha permitido sacar del estrecho círculo de historiadores y cronistas navales la figura de este atípico marino, conocido como el Almirante "Patapalo" o "Mediohombre" -sin una pierna, tuerto y manco- y cuya capacidad para la estrategia puso varias veces en evidencia a la mitificada Armada Británica en el siglo XVIII.

En la Comunitat Valenciana, la figura de Lezo -nacido en Guipúzcoa, en 1689- ha adquirido actualidad gracias a la iniciativa del Colegio de Ingenieros Industriales, que asumió el cumplimiento de una de las últimas voluntades del almirante: que una placa conmemorara su victoria sobre los ingleses en la asediada Cartagena de Indias en 1741. El homenaje llegó, por fin, el pasado 5 de noviembre de 2009, cerca de tres siglos después de que se produjeran los hechos, y forma parte del movimiento de recuperación de la memoria del marino vasco, con la publicación de libros sobre su figura, la realización de documentales o un potente movimiento para que Lezo dé nombre a una avenida en Madrid. En Valencia, el marino ya tiene su calle en el Cabañal.

El cerco de Peñíscola

Blas de Lezo, que se consagraría como marino y estratega en el Atlántico y el Caribe, tuvo su bautismo de fuego y sus primeras heridas en el conflicto de la Guerra de Sucesión, que determinó el fin de los Austrias y la pérdida de los fueros valencianos.

Con 12 años se enroló como guardamarina en la Armada francesa y con apenas 15 participó en 1704 en la batalla naval que se desarrolló frente a las costas de Vélez-Málaga, donde una bala de cañón le destrozó la pierna izquierda, que le fue amputada allí mismo sin que el niño-hombre se quejara, dicen las crónicas.

Por entonces, Peñíscola había decidido unirse a la causa del Borbón Felipe de Anjou, lo que le costó a los vecinos de esta villa, más tarde ciudad por estos hechos, un largo asedio, por tierra y por el mar, dominado por los buques ingleses aliados de los Austrias.

Según las crónicas, el marino vasco, ascendido a "Alférez de Bajel de Alto Bordo", fue el encargado de "socorrer" a Peñíscola eludiendo el cerco al que estaba sometida y que se prolongaría durante más de dos años. Casualmente, Peñíscola estaba gobernada entonces por un casi paisano de Lezo, Sancho de Echeverría y Orcolaga, de Rentería.

Durante toda la Guerra de Sucesión, Blas de Lezo estuvo combatiendo en el Mediterráneo, donde puso en práctica dos innovaciones técnicas que dan idea de su capacidad para el combate y que utilizó para romper el cerco de la asediada Barcelona: el disparo de balas de cañón incendiarias y el uso de paja húmeda con el que creaba pantallas de humo que desorientaban a sus enemigos.