Por eso, mide sus respuestas para mostrar que están bien avenidos. Aun así, el panorama en Alboraia es, al menos en lo económico, poco halagüeño.

El 22 de mayo usted pierde las elecciones, obteniendo dos ediles menos que en 2007. ¿Llegó a pensar que acabaría siendo alcalde?

No lo pensaba pero había una cosa positiva: no había ninguna mayoría absoluta, y así es posible negociar cualquier tipo de decisión, siempre contando con el pueblo. Hasta ahora había habido un rodillo del PP.

¿Qué es lo primero que van a hacer?

Parar la bola de deuda en que se está convirtiendo Alboraia. No tenemos la varita mágica para pagar todas las deudas, que son muchas. Así que la primera idea es conocer todo lo que hay. Y después el PGOU, que la semana que viene se acaba el plazo de alegaciones, las cogeremos y las utilizaremos para volver a estudiar el proyecto.

No quieren ajustar la plantilla municipal, como sí deseaba el PP.

Lo que necesita el ayuntamiento es un ajuste presupuestario. Es evidente que si no hay ingresos no puede haber tantos gastos. Pero decir que el ayuntamiento no tenía beneficios para despedir a la gente no está justificado. Los servicios que son obligatorios hay que mantenerlos. Se puede hablar de reubicar al personal.

Si no hay ahorro en personal y no quitan servicios, ¿cómo van a reducir la actual deuda de 20 millones?

Estamos valorando la deuda y a lo mejor es algo más...

¿Más de 20 millones?

Juntando las empresas públicas y el ayuntamiento, nosotros hacemos números de más de 100 millones de euros. La tesorería negativa son 20 millones, pero deudas a largo plazo, compromisos de los terrenos del centro comercial cobrados pero no ejecutados, la parte del metro que aún no se ha pagado...

Eso suena a bancarrota...

Una bancarrota total es lo que esperamos encontrar. Vamos a hacer una auditoría económica y jurídica.