­Cuando Giovanna Rodríguez Tirado abrió su restaurante «Ca la Mare» a principios de 2014 en Catarroja nunca se imaginaba que acabaría haciendo gratis comida para llevar. Una simple conversación en junio en 2015 con una amiga que llevaba pan que le cedían los hornos a personas necesitadas le dio la idea de abrir un comedor social para niños. «Realizamos una acción solidaria y en dos horas recogimos 500 kg de comida. A los pocos días, el 22 de junio, dimos nuestra primera comida a 17 niños», recuerda.

Año y medio después, esos 17 niños se han convertido en 140 personas no solo de Catarroja, sino también de pueblos adyacentes como Albal, Alfafar, Massanassa o Benetússer que se acercan diariamente para recoger sus dos «tupper» de comida, con un primer y segundo plato. «Lo que nos gustaría es tener sedes en los pueblos para que no tuvieran que venir hasta aquí, porque la mayoría no puede pagarse el desplazamiento», afirma Giovanna, que está intentando buscar colaboración de Cáritas.

Desde junio «Ca La Mare» dejó de ser un restaurante para convertirse en una asociación que va mucho más allá de la labor alimentaria. También recogen ropa, juguetes, muebles...todo lo que sirvan para facilitar la vida a los más necesitados.

Una labor necesaria en los tiempos que corren y que se ha conseguido gracias al empeño de Giovanna y una treintena de voluntarios, entre ellos Sandra, trabajadora social, y a la solidaridad de empresas y particulares. Todos los días un equipo va de tour por los polígonos en busca de materia prima. «Es increíble, una empresa nos da 500 kg de patatas cada vez que le pedimos y los tupper nos los proporciona una empresa de Guipúzcoa que nos manda 10.000 cada tres meses», detalla.

Ahora la lucha de Giovanna es con el banco. Intenta que le ceda un bajo que está sin usar 14 años para poder ampliar y poder abastecer a más familias. «Hemos logrado que medie el ayuntamiento y a ver si encontramos una solución pronto».

Una cooperativa en marcha

Aunque realmente Giovanna no cree que nunca vuelva a ser una cocinera como antes «después de lo que he visto es imposible mantenerse impasible», su deseo es no tener que dar alimento, sino conseguir que cada persona sea autosuficiente. En ese sentido tiene el proyecto ya en marcha de formar una cooperativa. En colaboración con «Del Camp a la taula» ha conseguido un cliente que tiene un campo para que se lo exploten personas a los que Giovanna alimenta. «Las personas que vienen casi el menos de sus problemas es la alimentación, quieren ser útiles».

Otro idea también es crear tiendas de segunda mano gestionadas por estas personas sin recursos. Y no solo eso. Ha creado una especie de «Masterchef» y los voluntarios/beneficiarios forman equipos de cocina y crean platos que luego son puntuables por los comensales. «Eso les motiva un montón», asegura.

Además, por las tardes, el restaurante se convierte en un aula de estudio. «Queremos que esos niños se eduquen como el resto y les vamos a ayudar a labrarse un futuro», un futuro que tiene «madrina», como todos llaman a Giovanna.