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La Ribera

Sueca se alía con los murciélagos contra las plagas

El municipio intensifica la protección de este tipo de mamíferos al considerarles beneficiosos para la agricultura

Lejos de la molesta o negativa imagen que la literatura y el cine han atribuido a los murciélagos, éstos son una especie beneficiosa para las personas y la agricultura, al menos la mayoría de los que cada atardecer revolotean por los pueblos y espacios naturales. Las pequeñas y comunes «rates penades», como otras especies animales, siempre contribuyeron a equilibrar el medio ambiente con su dieta insectívora, tanto en el campo como en el ámbito urbano.

El problema que se ha suscitado en los últimos años es la limitación de sus espacios «de residencia». Y ello, probablemente, haya repercutido en el anormal incremento de moscas, polillas y mosquitos contra los que particulares, agricultores y administraciones públicas luchan en la actualidad con dispendios económicos que antaño no se hacían. La Ribera Baixa es una zona especialmente sensible a este fenómeno natural por la abundancia de espacios húmedos como son los arrozales que rodean a la mayoría de sus poblaciones.

Estos mamíferos de sorprendentes vuelos quebradizos son conocidos como murciélagos fisurícolas por cuanto habitan en las rendijas, grietas, bajo las tejas, cortezas de los árboles, o cualquier otro reducido espacio que durante el día les preserva de la luz solar intensa. «Dos factores determinantes para su presencia son la comida y el refugio donde albergan de día; comida tienen, el problema es cuando escasea el refugio», explica Toni Rubio, de la empresa alcireña La Granja de Bitxos. Esta mercantil innovadora y la Associació Muntanyeta dels Sants-Acció Ecologista Agró de Sueca llevaron a cabo hace unos días un taller didáctico en Sueca con la finalidad de compensar la carencia de lugares donde puedan habitar estos animales.

Aunque las cajas-refugio que construyen en La Granja de Bitxos para murciélagos son muy parecidas a las que se utilizan para que aniden las aves, estos mamíferos voladores «tienen comportamientos muy distintos a las aves, y lógicamente, necesidades distintas», dice Rubio.

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