La Generalitat acaba de iniciar la tramitación del expediente que servirá para declarar las corridas de toros y los festejos tradicionales de bous al carrer como Bien de Interés Cultural (BIC) inmaterial. La iniciativa, impulsada por el Consell de Francisco Camps en marzo de 2010 para contrarrestar la prohibición de los toros en Cataluña, recoge en un documento los méritos culturales de esta tradición. Nada se dice en el texto de los 37 muertos y los miles de heridos que se han cobrado los bous al carrer entre 2000 y 2012, ni de la contestación por el maltrato animal que una parte de la sociedad objeta a estos festejos populares y que motivó la oposición del Consell Valencià de Cultura a su declaración de BIC.

La Conselleria de Cultura, en cambio, basa la protección cultural de esta tradición taurina "en la acreditación de la tradición y el arraigo de la fiesta de los toros, que viene determinada por su antigüedad en el tiempo y por su difusión, en el territorio de la Comunitat Valenciana". A los toros los defiende con poesía: "Las corridas de toros son arte vivo y cultura ancestral. Lo que en su origen fue una ceremonia sacrificial, ha terminado siendo un acto festivo y siempre multitudinario en el que el hombre, el torero, gracias al total dominio de una técnica específica, somete la fuerza bruta y crea una obra de arte —una especie de ballet en el que la posibilidad de la tragedia real planea durante toda su ejecución". De los bous al carrer sintetiza que "son los festejos populares en los que se conducen, corren o torean reses bravas, sin que haya lidia de la res" y enumera su variedad: "toros cerriles, bou de vila, bous a la mar, toro embolado, toro ensogado, toreo de vaquillas en lugares públicos, concurso de recortadores y las demás modalidades que acrediten su carácter tradicional en el territorio de la Comunitat Valenciana". Ésta es la radiografía cultural de los espectáculos taurinos que hace el Consell.

En 1373, toros en Valencia; en 1375, «bous al carrer» en Vila-real

La historia de la tauromaquia, que no es otra que la costumbre ancestral de calibrar la dominación del hombre al animal, se hunde en las raíces de la humanidad y el expediente del Consell destaca algunos hitos fundamentales: los frescos del Palacio de Knossos (Creta) datados del segundo milenio antes de Cristo en los que se ve a una sacerdotisa bailando y saltando por encima de un astado; los espectáculos con toros en los circos romanos; la introducción en la península ibérica de la especie bovina del uro durante el dominio musulmán, que hizo de España la cuna y el origen del toro de lidia; o los astados que se lidiaban a diario a principios del siglo IX durante el tiempo que duraban las Cortes bajo el reinado de Alfonso II el Casto.

En la Comunitat Valenciana, los primeros datos fiables de celebración de corridas de toros datan de fines del siglo XIV. Concretamente, en 1373, cuando se construyeron 'barreres o cadafals' en el mercado de Valencia para el juego de toros con motivo de la visita a la ciudad de la esposa del infante don Juan, duque de Girona. También en Vila-real hay constancia de actos taurinos a finales del siglo XIV. Pero es a partir del siglo XV cuando se produce un auge de la fiesta de los toros, que pasa a ser 'diversión favorita' de reyes y magnates. En el siglo XVII llega la profesionalización de la práctica taurina: los nobles caballeros dejan paso a profesionales del toreo. En la siguiente centuria, el toreo efectuado sobre caballo —el modelo reinante hasta entonces— deja paso al toreo a pie. El siglo XIX vive una explosión del toreo, con la creación de la feria de Julio en 1871. Y en el siglo XX se produce el despegue de la fiesta.

En cuanto a los bous al carrer (es decir, cualquier forma de toros en la calle a merced de la gente), en Vila-real aparecen documentados ya en el año 1375. En Segorbe hay registro de los tradicionales encierros con caballos desde 1386. En Ontinyent hay constancia de un 'corro de bous' en 1576. El gremio de carniceros de Valencia corría toros por las principales calles de la ciudad ya en 1662. Y así, por todo el territorio valenciano.

Implantación territorial

En más de la mitad de pueblos

Sin duda, la implantación territorial de los festejos taurinos en la Comunitat Valenciana es uno de los argumentos que esgrime la Conselleria de Turismo, Cultura y Deporte en este proceso de protección cultural en el que también se hallan inmersas las Fallas.

La media anual de municipios valencianos que han solicitado organizar bous al carrer alcanza los 284, un poco más de la mitad de las 542 localidades de la Comunitat Valenciana. Por provincias, gana Castelló: 129 de sus 135 pueblos (el 96%) pidieron la autorización para acoger festejos taurinos. Una anécdota destaca el expediente de la conselleria: "La Vall d´Uixó ostentaría, en un hipotético ranking nacional de estas celebraciones, el primer puesto de la clasificación con una media anual de 69 días de festejos".

Volumen de festejos

Siete de cada diez días, festejo

Si la implantación territorial es grande, el número de festejos taurinos que alberga asusta. "La Comunitat Valenciana es en estos momentos —dice el expediente oficial— la zona de España donde más fiestas de toros se efectúan", defiende la propuesta BIC del Consell. "Son los festejos populares, los bous al carrer, los que le otorgan el liderato, formando parte insoslayable de las celebraciones populares de la Comunitat Valenciana", agrega.

De los 365 días que tiene el año, en 243 se celebra al menos un festejo de bous al carrer en algún pueblo valenciano. En términos numéricos, desde 1999 a 2009 se celebraron en la Comunitat Valenciana una media anual de 2.361 días de bous al carrer. Pero en el último trienio fue a más, al alcanzarse una media anual de 5.820 festejos taurinos tradicionales en la Comunitat Valenciana. La tipología de los espectáculos está repartida: prácticamente el 50 % de los festejos son suelta de vaquillas; el bou embolat copa el 25 % de los actos; el toro cerril aglutina el 15 % de los festejos; y el resto se divide entre el bou en corda, los bous a la mar, los encierros o los concursos de recortadores.

Mucho menos abundantes son las corridas de toros. Según el Ministerio del Interior, en el periodo entre 1998 y 2009, la media anual de corridas de toros en la Comunitat Valenciana fue de 109.

Plazas

Primera plaza: Bocairent (1843)

Si las instalaciones para los bous al carrer son la calle misma, las corridas de toros tienen sus catedrales: las plazas. La primera plaza de toros permanente de la Comunitat Valenciana se construyó en Bocairent en 1843 y fue tallada en la roca. Eso sí: el referente indiscutible para la afición es la plaza de toros de Valencia. Inaugurada oficialmente en 1859, el coso de la calle Xàtiva es la única plaza valenciana de primera categoría, con capacidad para 10.100 espectadores y dos ferias importantes: Fallas y Feria de Julio. Según detalla el expediente, la plaza "se construyó en el lugar donde se ubicaba una anterior plaza de toros de madera y que fue derribada durante la Guerra de la Independencia". Castelló y Alicante conservan, desde 1887 y 1888, las dos únicas plazas de segunda categoría de la Comunitat Valenciana. Después hay una docena larga de cosos de tercera categoría, situados entre Morella y Monòver, y decenas de plazas portátiles entre las que destaca la curiosa plaza rectangular de Algemesí, que cada 9 de septiembre se sigue montando "con madera, cuerdas y clavos como materias primas".

Identidad valenciana

«Dolçaina» y bandas en la fiesta

Hay detalles menores, pero muy interesantes, que el Consell saca a relucir de los espectáculos taurinos para justificar su declaración oficial de bien cultural. Por ejemplo, que "a partir de la segunda mitad del siglo XVIII se introdujo en Valencia una costumbre que duraría hasta bien entrado el siglo siguiente, y era la de llevar una orquesta a la plaza durante las noches previas a la celebración de las funciones taurinas, siendo éstos los antecedentes de las bandas de música que amenizan las corridas".

También está documentado, en la tauromaquia local ochocentista, que "sobre todo en las novilladas se tocaba 'la música del país' ", es decir música hecha con tabal i dolçaina (...), aportando esa nota tan genuinamente valenciana en la fiesta». Que Valencia sea hoy punta de lanza taurina de España por número de actos, concluye el expediente, justifica su protección cultural.