Los últimos dos meses en la vida de Byron - nombre ficticio para preservar su anonimato- podrían ser el argumento de una secuela de la película «Papillon» o de la serie «Prision Break». Este joven de 23 años y nacionalidad colombiana consiguió escapar en marzo del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Zapadores a través de los conductos del aire, días después fue detenido de nuevo y el pasado sábado eludió su expulsión del país después de autolesionarse en el avión con unas cuchillas que llevaba ocultas. «Voy a hacer todo lo posible para no volver a Colombia», aseguró este inmigrante en situación irregular, quien teme que si regresa a su país acaben con su vida por una venganza.

La odisea de Byron comenzó a finales de febrero cuando fue detenido en Valencia por un delito contra la Ley de Extranjería. Como es habitual en estos casos acabó en el CIE de Zapadores a la espera de que se hiciera efectiva su expulsión del país. «Desde el primer día que entré me dije a mí mismo: ‘Yo de aquí salgo’», confesó el joven a Levante-EMV.

Plan de fuga

Byron explica que empezó a planear su fuga el mismo día que llegó. «Todos los días salía a pasear al patio y me fijaba en los lugares por los que podría escapar, si había cámaras de vigilancia y a dónde enfocaban», relata. Así localizó una tubería fuera del alcance de las cámaras, pero reconoce que iba a ser complicado trepar por ella sin ser visto, ya que cuando salían al patio siempre había dos policías vigilando.

Días después descubrió un pequeño agujero en el techo de uno de los baños. Fue entonces cuando se le ocurrió que si hacía un agujero lo suficientemente grande podría subir y llegar al patio a través de los conductos del aire. «Rompí un poco más y metí la cabeza. Tenía miedo a quedarme dentro pero era justo de mi medida», prosigue en su relato de la fuga.

El 12 de marzo a las 19.30 horas decidió llevar a cabo su plan. Previamente se aseguró de que varios de los internos «armaran bulla» para que los policías estuvieran entretenidos, según explica Byron.

«Un amigo me ayudó a subir por el agujero que había hecho y fui por los conductos del aire hasta una rejilla que da al patio, le pegue tres patadas y bajé», recuerda. Como no era la hora de salida al patio éste estaba sin vigilancia y pudo subir por la tubería que ya tenía en mente hasta el tejado del CIE. «Caminé lentamente para no hundirme y salte al otro lado a un sitio que hay en obras», explica. El resto fue sencillo. Atravesó el aparcamiento y salió por un muro medio derruido que da a la calle de Planas. La fuga había durado apenas media hora.

«Me tenía que dar prisa porque a las 20.30 horas cuentan a la gente para la comida y siempre estaban encima mío». Sin embargo no se percataron de su fuga hasta las 21.30 horas, «pero yo ya estaba muy lejos», afirma Byron.

Pero su libertad duró bien poco. Cuatro días después la Policía lo detuvo en una carpa de las Fallas porque según él «estaba un poco contento». Al identificarlo los agentes comprobaron que figuraba como interno del CIE.

Su regreso a Zapadores, como cabía de esperar, no fue placentero. Byron presentó una denuncia en el Juzgado de Instrucción Número tres de Valencia por supuestos malos tratos por parte de unos policías en el área de aislamiento, donde no hay cámaras. La respuesta del centro fue que el agente que identificó el interno con su número de placa no trabajaba ese día. Asimismo el joven solicitó un hábeas corpus el pasado 17 de abril alegando haber sufrido malos tratos, aunque el juzgado de Instrucción número 11 de Valencia se lo denegó.

Su expulsión fallida

A las cinco y media de la mañana del pasado 21 de abril la policía le despertó y le notificó que salían hacia Madrid, había llegado el día de su expulsión. Custodiado por cuatro policías en un coche llegaron hasta Barajas. Byron reconoce que aprovechó el viaje para ganarse la confianza de los agentes. Ya tenía en mente cómo eludir su expulsión. «Dos de ellos tenían que viajar conmigo y me preguntaban sobre qué sitios visitar en Bogotá. ‘Yo les puedo guiar por allá’, les decía», confiesa el joven. Además, había llenado su maleta de sábanas y cosas sin valor para aparentar que tenía pensado viajar, pero consciente de que sólo su valija llegaría a Colombia.

«Antes de subir al avión me dieron un bote con un líquido pero no me lo tomé», recuerda Byron, quien sospechaba que se trataba de algún tipo de somnífero. «Me había escondido tres cuchillas de afeitar, una en la parte de atrás del pantalón, otra en la ropa interior y una tercera en el calzado», confiesa. Cuando los agentes le quitaron las esposas para subir al avión el joven comenzó a hacerse cortes en el brazo y el pecho. «Al principio no sangraba y veía que no era suficiente y me corté más profundo», asegura Byron a la vez que explica que se tapaba las heridas para que no vieran la sangre hasta haber subido al avión.

Una vez dentro de la aeronave «comencé a gritar que no me quería ir y los policías intentaron ponerme un chaleco», recuerda. «Me decían que lo estaba haciendo bien hasta el momento, que no lo estropeara». Fue entonces cuando el joven se quitó la camisa y mostró todos los cortes. Como la sangre es muy escandalosa el piloto dio orden de que con esa persona no viajaba y los policías lo tuvieron que bajar del avión. «Lo has conseguido», le dijeron los policías seriamente molestos con él. «Me dejaron en la terminal de la T4 sin dinero y me tuve que buscar la vida, pero había logrado quedarme en España».

19 detenciones y once reclamaciones judiciales

Byron llegó a España cuando tenía 15 años. Aunque en un primer momento sí que tenía la documentación en regla, según asegura el joven, ésta le caducó y desde entonces ha tenido problemas con la justicia. Según el escrito de la Policía Nacional en el que se informa de su fuga, con fecha 12 de marzo, el fugado cuenta con un historial de 19 detenciones por infracciones penales y once reclamaciones judiciales.

Asimismo según la Policía Nacional la fuga se detectó a las 20.30 horas cuando «en el recuento de internos realizado en el comedor se comprueba que falta un interno». Estas mismas fuentes apuntaron que en dos de los retretes de los servicios hay «dos agujeros en la pared y que en uno de ellos se encontraba la sudadera que presuntamente vestía el interno que faltaba en el recuento». La Policía puso en marcha un operativo para localizar al inmigrante fugado y los baños de la planta baja quedaron inutilizados hasta reparar los destrozos. La notificación de fuga fue remitida al Juzgado de Instrucción número 20 de Valencia.