Eran las 13.44 de ayer y, en pleno besamanos interminable, el abogado valenciano Manuel Broseta presidente del Consell Social de la Universitat de València, alma de la Fundación Conexus que tiende puentes empresariales entre Valencia y Madrid y primogénito del profesor asesinado por ETA en 1992 se plantó delante del nuevo rey Felipe VI en el Palacio Real y no se conformó con el breve saludo protocolario. Broseta, que había organizado en octubre una comida privada en Valencia entre el entonces príncipe y catorce valencianos de la sociedad civil, se demoró unos segundos ante el nuevo monarca y le dijo: «Enhorabuena y felicidades. Que tengáis un buen reinado. Espero veros por Valencia con frecuencia porque sabéis que es una región que os quiere mucho». El soberano le respondió que «sí» con una sonrisa en la boca y el besamanos continuó. Lobbying de la terreta en estado puro y al más alto nivel para reivindicar, en palabras de Broseta, que «la Casa Real debe ser muy sensible con sociedades como la valenciana, que compatibilizan sin problemas la identidad autonómica con la española, para mantenerlas de su lado porque son aliados. Y él es plenamente consciente de ello», desliza el abogado.

El toque valenciano en los fastos monárquicos estuvo tanto en la presencia como en la ausencia. La escena clave del día, el juramento del nuevo rey en el Congreso de los Diputados, fue presenciadas a tiro de piedra por dos parlamentarios valencianos. Sentados en dos de las 24 sillas de madera marrón y detalles dorados contemplaron el juramento el diputado por Valencia Ignacio Gil Lázaro, secretario primero de la Mesa del Congreso de los Diputados y colocado a la derecha del rey, y la senadora por Valencia Carmen Alborch, secretaria tercera de la Mesa del Senado y ubicada en la parte izquierda.

La diputada valenciana Belén Hoyo, del PP, reconoce que se le cayó la lágrima en el momento de entrada al hemiciclo de la familia real y en algún trance más del acto, como las palabras del rey dedicadas a su madre. «Será un buen monarca para España, moderno, del siglo XXI y que conoce bien la realidad de hoy. Aunque reine y no gobierne, se nota que sí pretende ayudar», subraya. Lo dice desde el AVE de regreso a Valencia, el mismo tren en el que viaja el empresario y dueño de Mercadona, Juan Roig.

Él también pasó a saludar a los reyes, aunque antes mató el tiempo hablando con algún paisano sobre baloncesto y la eliminación de su Valencia BC ante el Barça, y acerca de la escasa presencia de empresarios valencianos en el ceremonial.

También presente en las Corts estuvo Ximo Puig, diputado y líder de los socialistas valencianos. «Se abre una oportunidad con este inicio de reinado que puede ayudar a inaugurar un nuevo tiempo en este país», confía quien desde el escaño siguió un acontecimiento antiguo y excepcional que se celebra casi cada tantos años como el Sexenni de Morella. ¿Es la coronación tan emocionante como el Sexenni? «Inconmensurablemente menos», responde Puig entre risas de patriota morellano.

Por el besamanos, con reverencia incluida a las 13.09, desfiló el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, que se afanó por escribir en Twitter: «Comparto el mensaje de SM Felipe VI: "Somos una gran Nación y debemos creer y confiar en ella"» después de expresar su apoyo a «un jefe de Estado joven, preparado, cercano y que va seguir defendiendo los intereses de los españoles por encima de todo (...) Les deseo lo mejor a los nuevos Reyes porque lo mejor para ellos es lo mejor para la Comunitat Valenciana».

Un ex de lujo como Eduardo Zaplana se dejó ver entre los presentes y una azulada Rita Barberá estrechó la mano de los monarcas con sonrisa en la boca a las 13.24. Pero el más activo de todos fue un diputado con un pie y tres cuartos del otro en Bruselas como Esteban González Pons, que no dejó de comunicar al cibermundo con once tuits monotemáticos en once horas cómo evolucionaba la jornada en palacio mediante fotos de las hermanas Torrado, de dos mujeres con los pies descalzos para descansar de los tacones y un texto verborreicamente pomposo: «La corona, el trono, Isabel de Castilla y el escudo de España en el Congreso, la historia también ha venido».

El científico y Príncipe de Asturias Santiago Grisolía, presidente del Consell Valencià de Cultura, estampó un beso en la mano de la reina Letizia y el torero valenciano Enrique Ponce, que se iba haciendo selfies junto a otros matadores presentes sin traje de luces, hizo esta vez el paseíllo por delante de los nuevos reyes de España.

Entre todos los parlamentarios valencianos presentes en el acto los populares de Castelló se retrataron juntos con avidez de compartir la imagen en las redes sociales figuraba el senador y alcalde de l'Eliana Josep Maria Àngel, que regresó a Valencia pronto, en el tren de las 15.40. «Ni copa ni recopa: me quedé sólo lo justito, porque tenía Junta Local en l'Eliana y quería llegar», explica. Confiesa que no se emocionó y lo que más le gustó fue «la imagen constitucional y conciliadora» de este «rey del siglo XXI».

El «plantón» de Baldoví y Sixto

Como habían anunciado como protesta ante el relevo monárquico sin consulta a la ciudadanía, el diputado de Compromís, Joan Baldoví, y el parlamentario de Izquierda Unida Ricardo Sixto no acudieron a los actos de proclamación real. Baldoví asegura que se quedó trabajando en la sede de su grupo parlamentario. «He hecho vida normal y he estado preparando una interpelación al ministro Gallardón», asegura.

Vio por televisión el discurso: «previsible, plano y poco ambicioso respecto a las comunidades autónomas y con la cita desafortunada del Quijote de que "ningún hombre es más que otro hombre sino por los hechos", ya que él no ha hecho más que ser hijo de Juan Carlos I para ser rey». Ricardo Sixto, por su parte, pasó la jornada trabajando en la sede de Esquerra Unida en Valencia, y expresó su disconformidad con el tratamiento mediático por la «alabanza a la monarquía y al rey más allá de lo razonable y con poca atención a las manifestaciones en favor de la república».