Solo el ensordecedor sonido de un tren de larga distancia que pasa de largo interrumpe la quietud absoluta que reina en la estación ferroviaria de Moixent a las 11 de la mañana de un viernes. En este accesible complejo de moderna estética no hay pasajeros en los andenes, ni vigilantes, ni ningún funcionario detrás de la ventanilla. Lo único que funcionan son las máquinas que expenden y validan los billetes. La ausencia de vida choca con la pulcra limpieza del recinto y con la presencia de operarios de mantenimiento.

Afuera, un autobús en marcha espera a los usuarios del servicio de cercanías. Desde hace siete años, Renfe suple con transbordos por carretera la ausencia de trenes entre Moixent y l'Alcúdia de Crespins. La supresión de la línea en este tramo dejó sin cobertura ferroviaria directa a 8.200 personas por culpa de las obras de adaptación del trazado al AVE y al Corredor Mediterráneo, que se eternizan desde 2010. La interrupción del servicio iba a ser temporal, pero hoy nadie se atreve a poner fecha al restablecimiento de la línea C2, cuando están a punto de cumplirse 160 años de la llegada del ferrocarril a Moixent.

El autobús de las 11 parte puntual desde esta localidad con solo una pasajera a bordo. Mientras apura un crucigrama antes de arrancar, el conductor asegura que el vehículo suele circular prácticamente vacío. No habrá otro hasta la una. «Muchas veces no entra nadie», confiesa. Antes de subirse, Pilar se queja de las incomodidades que genera la actual situación. «Ya es hora de que lo arreglen. Se tarda más en ir en AVE a Madrid que de Moixent a València», lamenta esta usuaria, que coge el tren todos los fines de semana. El trayecto hasta el cap i casal solía durar 1 hora y 10 minutos. Ahora se prolonga durante casi dos horas. El autocar hace parada en Vallada y Montesa antes de llegar a l'Alcúdia de Crespins, donde se halla la estación operativa más próxima. Las terminales de estos dos municipios de la Costera también se encuentran privadas de la circulación de trenes desde 2010.

Renfe fleta autocares diarios para cubrir los 17,5 kilómetros del trazado Moixent-Alcúdia. El servicio le cuesta a la operadora 200.000 euros al año. Entre semana se programan 13 trayectos de ida y vuelta a València cada hora u hora y media. Los sábados y domingos no hay autobuses entre las 9.30 y las 14 horas.«Pierdes mucho tiempo subiendo y bajando. Y si llevas maletas, ya ni te cuento. Para las personas mayores esto es un trastorno», expone Carmen López, que alterna residencia entre València y Moixent y es usuaria frecuente del tren. «Dijeron que esta situación era para dos años y ya llevamos 7. No hay derecho», censura. «Es una poca vergüenza. Si ya había un presupuesto contemplado para hacer las obras, ¿cómo puede ser que aún estemos así?». Enrique Masià, que regenta un negocio de electrodomésticos frente a la estación, asegura que el «castigo» del transbordo disuade a los vecinos de utilizar el servicio. «No es lo mismo coger el tren e irte a tu destino que depender del autobús y tener que pasar por tres pueblos para luego bajar en l'Alcúdia. Tenemos una estación cojonuda y por ella solo pasan trenes de largo recorrido que no paran en ella», clama. Enrique trabajó durante tres años para una subcontrata en las obras del AVE, hasta que dejó de haber faena y lo despidieron. «Si no funciona la estación es porque el dinero se ha ido por donde no se tenía que ir. Algunos se lo han metido en los bolsillos», sostiene.

Plataforma y campaña de firmas

El prolongado hartazgo ha conducido a los vecinos a movilizarse bajo el paraguas de la Plataforma «Duguem el tren a Moixent», que ha iniciado una campaña de firmas -vía change.org ya se han recogido casi 600- y una ronda de reuniones para presionar a las administraciones y acelerar al máximo la reconexión de la línea C2. La iniciativa cuenta con el respaldo de cuatro ayuntamientos afectados. «Vivo cerca de la estación, pero no cojo el tren por el incordio que supone», expone Emilia, otra moixentina que hace hincapié en las incomodidades que sufren los jóvenes que estudian en València y lo necesitan. «Si tienes coche te da igual, pero si no, es un engorro por el tiempo. El tren hace mucha falta», concluye Trinidad Reolid, que lamenta la falta de explicaciones sobre el parón.Algunos residentes se resignan tras tantos años acostumbrados a esperar. Otros, como Rafael, opinan que «si la gente no se mueve no hay nada que hacer» y esta vía esencial de comunicación «seguirá en el olvido».