­La banda de Freddie Mercury sólo necesitó el single «Bohemian Rhapsody» para abrir las puertas del olimpo de la música. La discografía del grupo británico está plagada de himnos luminosos e inmortales

La era de los supergrupos de rock —Rolling Stones, Led Zeppelin, Pink Floyd— llegó a su cenit con el cuarteto británico Queen, formación que a finales de los 70 logró una repercusión hasta la fecha —con el único permiso de ABBA— inalcanzable. El legado de Freddie Mercury, Brian May, Roger Taylor y John Deacon, con más de 300 millones de discos vendidos, sigue siendo hoy devorado por sus incondicionales. Cada reedición de sus álbumes, cada reunión de sus integrantes o cada documental, musical o libro sobre la banda es sinónimo de éxito. En pocas semanas —el próximo 24 de noviembre— se cumplirá el vigésimo aniversario del fallecimiento de Mercury, en 1991, pero sobra decir que el reinado de Queen no ha mostrado síntomas de flaqueza en 40 años, tiempo transcurrido desde la formación del grupo.

Precisamente, estas cuatro décadas de monarquía musical son el origen de 40 años de Queen, un volumen que recorre uno a uno los álbumes del grupo, ofrece una selección de fotografías —más de 200, algunas nunca antes vistas— y numerosas reproducciones de carteles, entradas de conciertos, material promocional y manuscritos de letras de canciones del archivo de Brian May. El guitarrista y Roger Taylor firman el prólogo de esta biografía ilustrada escrita por el periodista Harry Doherty, durante años colaborador de la revista Melody Maker y gran conocedor de la trayectoria del grupo.

El punto de partida de Queen no pudo ser más llamativo. Hasta que el rock and roll cruzó sus caminos en 1971, cada uno de sus integrantes dirigía sus pasos hacia metas profesionales bien distintas. Procedente de Zanzíbar, donde nació y pasó su infancia, el joven Farrokh Bulsara (más tarde conocido como Freddie), destacaba en diseño gráfico a la vez que vendía ropa de segunda mano en el londinense mercado de Kensington. Brian May se graduó en Física y todo apuntaba a que sería un gran astrónomo. La odontología fue la rama escogida por Roger Taylor y el joven John Deacon se decantó por la electrónica. Lo único en común entre ellos: su pasión por la música. Por separado, los cuatro habían formado parte de algún que otro grupo —May incluso llegó a ser telonero de Jimi Hendrix—, pero hasta entonces nada hacía presagiar que en pocos años serían grandes estrellas.

El nombre de Queen, así como su logo —basado en los signos del zodiaco de sus integrantes— fueron cosa de Mercury, responsable también del sumo cuidado en el vestir escénico de Queen. Con sus dos primeros álbumes (Queen, Queen II), comenzaron a llamar la atención de los medios y la crítica —incluso realizaron una gira como teloneros de Mott the Hoople— gracias a su sugerente mezcla de glam, rock duro y pop. No fue hasta el lanzamiento de Sheer Heart Attack (1974) cuando la banda empezó a meterse al gran público en el bolsillo. Pero si hay un momento que cambia la trayectoria de Queen, es tras la publicación de A Night at the Opera (1975), en cuyo interior se encontraba Bohemian Rhapsody, la composición de naturaleza operística que les convirtió en un verdadero fenómeno de masas. Si el grupo hubiese desaparecido tras el lanzamiento de este tema —uno de los singles británicos más vendidos de todos los tiempos—, Queen seguiría ocupando un puesto destacado en la historia de la música.

Después llegarían Somebody to love, We are the Champions, We will rock you, Don´t stop me now, I want to break free o Another one bites the dust, que han quedado marcadas a fuego en la piel de varias generaciones.

En 40 años de Queen, Doherty relata la gestación de cada disco, ofrece perfiles de sus componentes y detalla las grandes giras de la formación desde sus inicios hasta la muerte de Mercury. Los amantes de las curiosidades y la memorabilia musical encontrarán entre las páginas de este volumen un surtido de piezas de coleccionismo en forma de reproducciones de carteles —uno de ellos anuncia una de las primeras actuaciones de Queen, con un precio de entrada de 8 peniques—; material promocional, como el cubo de colores que acompañaba el lanzamiento de Hot Space (1982); cartas manuscritas de los músicos a sus admiradores y un cedé con una entrevista radiofónica emitida en 1977 por la BBC. Un libro que hace justicia a la gran «reina» del rock y a la larga vida que le queda por delante.