Según la definición del ICOM, se considera como museo «a la institución sin ánimo de lucro, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público y que lleva a cabo diversas investigaciones sobre la humanidad». Contrario a su asociación como producto prescindible o selecto, el museo, por encima de todo, es un instrumento de comunicación y aprendizaje. Por lo que queda claro que los que venden la cultura como un bien de lujo, lo han visitado poco. Este año celebramos su Día Internacional bajo el lema: Memoria + Creatividad = Progreso Social, recordando que el sector también promociona economía, talento y empleo. Un reciente Informe sobre el Estado de la Cultura Española y su Proyección Global,afirmaba que estas instituciones artísticas no sólo han transformado los paisajes urbanos, sino que han dado lugar a mecanismos de gestión que fomentan una función económica de la cultura, generadora de cambios.

En la actualidad, la apuesta por la creación de nuevos contenedores con escandalosas cifras de inversiones públicas (véase nuestra Ciudad de las Artes y las Ciencias), así como el diseño de unos programas expositivos sin criterio profesional, han convertido al museo en un espacio amenazado por sobrecostes y alejado del espacio social. Pero quizás lo más peligroso sea la despreocupación por preservar las colecciones, permitiendo que el deterioro de las obras y las salas siga sujeto a debates políticos (el Museo San Pío V arrancará un día de estos sus labores de acondicionamiento). Es importante destacar que la estructura de funcionamiento del museo se establece a partir del código deontológico profesional. Por esta razón, es necesario el establecimiento de concursos públicos para elegir a sus directores y directoras.

Sin embargo, más allá de su camino organizativo, el museo es un espacio de socialización. En este sentido, cabe destacar la progresiva «musealización de lo cotidiano». El escritor Orhan Pamuk defiende un concepto humano del museo. En estos momentos, también está en la calle y las casas de Valencia. Podemos pasear por el Cabanyal y visitar Portes Obertes para descubrir otra manera de contar y proteger nuestro patrimonio.