Los excepcionales hallazgos de los molinos de mano del siglo XI en Dénia
En las excavaciones en el arrabal de Daniya salieron a la luz hasta 12 muelas domésticas de trigo y cebada
La agotadora tarea de moler el cereal para obtener la esencial harina la realizaba exclusivamente la mujer
La riqueza arqueológica de Dénia es caso aparte, harina de otro costal. Siglo XI. El arrabal grande de Madina Daniya bulle. Y crece. Se abren nuevas calles sobre la plataforma rocosa de piedra arenisca (la playa fósil de la llamada piedra “tosca”). Ese suelo es, a su vez, la cantera de la que se extraen los sillares. “También se documenta la extracción masiva de placas circulares para la labra de muelas de molino rotatorio de mano”, advierte el arqueólogo Josep A. Gisbert. De hecho, los “negativos”, es decir, las marcas redondas de la extracción están ahí. “Hay centenares de improntas”.
Durante las excavaciones arqueológicas en lo que hoy es el barrio de la Faroleta, excavaciones que dirigió Elena Ciller Abellán y coordinó Gisbert, se hallaron también las muelas de esos molinos caseros de trigo y cebada. En Dénia, se han descubierto 12 de esas singulares piezas que se utilizaron en las casas de Daniya en los siglos XI y XII. Ya en un congreso en Mallorca y en los ciclos de conferencias entre 2013 y 2015 con motivo de la celebración del milenario de la taifa de Dénia, Gisbert difundió la importancia de “las industrias y artesanías detectadas en las intervenciones arqueológicas en el arrabal” islámico. Destacaban la metalurgia, la cantera de extracción de molinos y sillares de arenisca local y la producción de vidrio.
“Muy pronto -avanza el arqueólogo- verá la luz un estudio monográfico sobre esta singular cantera de extracción de placas circulares para la labra de muelas de molino rotatorios”.
Penosísima tarea: "molidas" de moler el cereal
El experto subraya que estos hallazgos permiten investigar cómo era la sociedad y la vida cotidiana de aquel bullicioso y gran arrabal marítimo de Daniya. Las mujeres eran las que realizaban el penosísimo y fatigoso trabajo de moler el trigo y la cebada. Isabel Fierro, en su libro “La mujer y el trabajo en el Corán y el Hadiz”, recuerda que hay un “hadiz” (narraciones sobre el profeta Mahoma que establecen modelos de conducta y que nutren la “Sunna”, la segunda fuente de la ley musulmana tras el Corán) en el que Fátima, la hija del profeta, le dice a su padre que está cansada de moler. Este le contesta que cuando se sienta “molida” de tanto usar el molino de mano rece 33 veces una letanía. Queda más que claro que las mujeres de aquella sociedad, supeditadas a sus maridos y relegadas a durísimas tareas de la casa, eran las que elaboraban el alimento esencial y básico, la harina y el pan. Tarea amarga y ácima, como el pan ácimo.
Así las cosas, a través de la arqueología y del hallazgo excepcional de las improntas de la extracción de muelas y de esos artefactos domésticos que servían para moler los cereales, salen a la luz la vida cotidiana y doméstica y el trabajo agotador que realizaban las mujeres.
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