Una de las meriendas más clásicas en forma de huevo con sorpresa en su interior ha sido la espoleta que ha encendido la imaginación de varios colectivos falleros, que a base de alambres, pintura y otros elementos, los han convertido en Minions. Y éstos, a su vez, han pasado a protagonizar el hilo argumental en varios nacimientos. Ha sido, sin duda, el personaje del año, aunque no haya recibido ninguno de los premios de podio, aunque el Barrio Beteró alcanzó un más que digno quinto premio.
Las, aparentemente, inanimadas cápsulas de color amarillo, en cuyo interior se esconde una sorpresa, tienen, sorprendentemente, una forma y color muy parecida a la de los enormemente taquilleros dibujos animados, con lo que sólo faltaba la desbordante imaginación de los falleros para poner el resto.
También con la excusa de los Minions se ha realizado el belén solidario de Juan Bautista Vives-Salvador Ferrandis Luna, en el que los minibotecitos se convierten en personajes del cine. Incluso algunos que no participan en el concurso, como el de la Federación Benicalap-Campanar, que los convierte en campesinos para recrear la antigua huerta de la zona.
Pero también está presente el último gran fenómeno cinematográfico, aunque este tiene la ventaja de que pervive de generación en generación. El estreno de la nueva entrega de Star Wars no pasa desapercibida en Barraca-Espadán, donde los personajes pasan a entremezclarse con los bíblicos en una curiosa dualidad.
Junto a estos derroches de imaginación, no hay que olvidar los belenes tradicionales, que se distinguen por sus excepcionales obras de ingeniería. En este caso, con personajes más previsibles, el mérito está en la recreación de los paisajes de la época del nacimiento, con ciudades, desiertos y campos de cultivo, aderezados con cascadas, castillos y cualquier otro elemento que obliga a hacer un análisis lento de las más prestigiosas.
