Solo ya el comienzo, el primer movimiento de la «mascletà» de ayer, fue ya una filigrana. Con la delicada repetición del ritmo «1, 2; 1, 2, 3», formado con golpes de truenillos asombrosamente clavados, Europlá dejó claro que íbamos a ver el mejor fuego digital que quizá hayan hecho nunca ellos en el ayuntamiento y, también, el más elaborado de los vistos estas Fallas. Fue la celebración de la culminación de un sueño; el de haber entrado, anteanoche, en lo que yo llamo el Olimpo pirotécnico fallero: el distinguidísimo club de quienes han hecho una Nit del Foc en Valencia. Prescindiendo del protocolo de la traca valenciana inicial, Quico Martínez Gomis ofrendó directamente un elaborado repertorio de fuego moderno con severos latigazos de trueno eléctrico que azotaban este sagrado suelo, durante décadas impregnado en pólvora, mientras fortísimas chicharras rojas rasgaban rítmicamente el velo aéreo de este templo pirotécnico. Paqui Gomis, madre y responsable de la formación musical del autor, que asistió a este acústico pirotécnico en directo, podía henchirse de orgullo. Su hijo no solo demostró ser profesor de piano sino que ayer tocó uno sus mejores solos de fuegos artificiales diurnos: lo más parecido a música sacra para esta basílica con olor a incienso de carbón, azufre y nitrato. La incorrección marcada por algún volcán tardío en Correos no hacía sino reforzar la aparentemente imposible perfección de todo lo demás. Y marcó el cierre aéreo. En la parte más terrenal, su socio y suegro Boro Armengol, alma máter de esta empresa de Bélgida, escampó colores tronantes en preciosas descargas por tierra y, con cinco retenciones, fue construyendo y engordando una mascletá preciosa. Mientras, llagaba el aire con largos golpes de silbatos acompañados con truenillos y truenos avanzando hacia el inevitable sacrificio final. El terremoto, natural, mecanizado y mixto (de trueno volado o directo y otro posterior espoletado o temporizado) entró de forma bellísima. Ya iniciado, se cesó lo aéreo y, en tres pasadas (5/8/12), se alargó su desarrollo antes de ascender de nuevo a los cielos para decir las últimas palabras apantallando toda la plaza con su «Xtrem Finale». Golpeando con perfectas rodadas de truenos en el suelo, subió pantalla en color sangre y, con una mínima demora y con un golpe esponjoso, expiró.