«Si pierdes el miedo a los petardos, te apunto a una falla». Se llama, o le llaman, ligirofobia y afecta por igual a personas o a animales. Pero María Galán recibió esa promesa o ese ofrecimiento de pequeña, lo aceptó y cuando venció los miedos, pasó a ser fallera de censo y no sólo de pasión. Su madre y ella son los falleros en la familia y ha conseguido ahora echar el lazo a su pareja para que se sume al censo. Consiguió apuntarse, pues, cuando tenía siete años y se decantó por Vall de Laguar-Padre Ferris por el roce con compañeros del colegio.

Y aún le dio tiempo a ser fallera mayor infantil en el año 2006. Con veinte años recién cumplidos es de las más jóvenes entre las que acuden a los «setentaidosavos de final». «Creía que sería más adelante, pero las cosas vienen cuando vienen. El presidente era el mismo que cuando fui infantil (Ricardo Galán) y la verdad es que fue algo muy bonito. Ha sido un año muy especial, inolvidable». Con esa edad, aún está en periodo de formación. Inicia este año el tercer uso de enfermería en la Universitat de València «y también empiezo las prácticas».

Le salen fáciles y rápidas las palabras. «¿Que si me gustan las fallas que plantamos? Si, por supuesto». Justo en la época en la que ella nació es cuando esta comisión se dejó ver por la Sección Especial, cuyo mayor legado fue cogerle el gusto a las fallas «diferentes», con toda la extensión de la palabra. «No podemos aspirar a hacer fallas más grandes porque llegamos a lo que llegamos: hay que pagar el casal€ y tenemos la enorme suerte de contar con Pedro Rodríguez porque sus fallas tienen mucho mensaje y mucha idea. La de mi año, que estaba dedicada a la paridad, me gustó muchísimo. Nos encanta que trabaje para nosotros».

Si saliera elegida, tendría motivos para ilusionarse: las dos que pasaron el corte con su estatura o parecida, 1,85, acabaron siendo falleras mayores de Valencia: María José Ariza y Marta Querol. «Claro que me gustaría ser fallera mayor». Aunque no es la estatura algo que le guste especialmente, los justifica: viene de familia. «Mis padres son muy altos. Y no, no me gusta jugar al baloncesto. Ni lo intento».