Hay muy pocos Monsalvatge y Monsalvatje en el mundo y están emparentados. Muchos en Girona, incluyendo al músico Xavier Montsalvatge, con el que Sara, en este caso con «jota», está entroncada genealógicamente. Pero la familia paterna bajó tiempo atrás a Valencia. El aterrizaje en Llorers-Arquitecto Lucini le viene por la madre, que fue la última fallera mayor infantil de la comisión que se plantaba en la zona antes de desaparecer. Llorers apareció después y ella se integró en la misma cuando tenía dos añitos.

Fue la fallera mayor de su comisión el pasado ejercicio. No le importó no ser la del 25 aniversario, ese que celebran ahora, aunque eso siempre «luce». «Lo fui porque mi prima quería ser infantil, yo acababa la carrera y preferí disfrutarlo con ella». Sara pertenece al grupo de niñas que fueron finalistas para la corte infantil de 2004. Si tiene en cuenta los antecedentes puede ilusionarse: tres de las descartadas entonces en el velódromo (Marlene Verdeguer, Almudena Reig y Teresa Ferrer) sí que han alcanzado la corte mayor.

Desde aquella aparición, una cosa ha cambiado especialmente: se ha ido espigando y espigando hasta casi tocar el techo. «Mido 1,76. Sólo jugué al baloncesto un poco de niña. No me picó el gusanillo de seguir». ¿Presentaría ella a una hija para pasar el mal trago que tuvo ella? «Si ella lo tiene claro y quiere, sí. Pero le diría primero todo lo que hay: lo que puede sacar bueno y lo que le puede pasar malo».

Muchas niñas y niños la conocen aunque sea ocasionalmente: con el título bajo el brazo, es una de las pedagogas que trabaja en el Parque Infantil de Tráfico de Gilet enseñándoles nociones de Educación Vial.