Los especialistas en estadística y leyes de la probabilidad lo tendrían muy claro: si la elección de la corte de honor estableciera una apuesta de pago, año tras año quedaría desierto. Lo que va a suceder esta noche en el pabellón de la Fuente de San Luis, la lectura de un sobre con trece nombres adultos y otros tantos infantiles dejará un resultado con el que, pasan los años, y nadie es capaz de decir, dentro de los canales al uso (al principio, los foros y ahora, las redes sociales) que ha «clavado» las trece.

Si nos regimos por la simple estadística o la suerte, salta a la vista la dificultad: elegir 13 números entre 72 es más difícil que su parangón en la Lotería Primitiva (acertar 6 entre 49). Y si lo comparamos con la quiniela de fútbol también es más difícil: cada partido tiene tres opciones (victoria, empate o derrota) y aquí es una lucha de todas contra todas.

Y hay otro factor añadido: la quiniela fallera es ventajista porque es gratuita. Si alguien hace una quiniela de la corte, lo normal es que señale, por ejemplo, viente nombres. Eso, en apuestas de pago, sería inviable. Sirva el ejemplo: al precio de la Primitiva, la apuesta simple (13 números) costaría un euro. Pero simplemente poner una candidata más subiría el precio a 14 euros (catorce apuestas). Y así, cada vez más caro.

Es verdad que la elección no es un juego de azar: se juzgan cualidades. Eso nos trasladaría a la quiniela de fútbol. Y es verdad que hay candidatas que son «el uno fijo» futbolero. En el caso fallero, el árbitro (el jurado) es el que más peso específico tiene en la decisión. Es un proceso lleno de intangibles, de «inputs» que van configurando una lista de trece que, a estas alturas, ya están completadas.

Todo este proceso, por su duración y la expectación que genera, ha convertido a la «preseleccionada» en una nueva figura de relieve en el surtido de personajes de la fiesta. Con la particularidad de lo efímero del mismo. Hay que tener mucha personalidad para la realidad que llegará a partir del domingo para la gran mayoría de ellas: volverán a sus respectivas comisiones sin más recompensa que la de un «gracias por participar» y los recuerdos que quieran memorizar. Pero sin premio.

La despedida de Alicia y Sofía

No es lo mismo que le pasará a Alicia Moreno, Sofía Soler y sus cortes de honor. Sus figuras han ido palideciendo conforme las «preseleccionadas» han ganado protagonismo y más lo sufrirán cuando se hayan elegido trece y después una. Desaparecerán de la primera línea pero éstas sí que lo hacen con el premio de haber pasado a la historia. Y, de alguna forma, ya no dejarán de «estar». Falleras mayores y cortesanas han alcanzado un rango de persistencia en la sociedad fallera.

Que llegue... pero que acabe

Paradoja de las paradojas, es el acto, emocionalmente hablando, más esperado del año, pero también el que se quiere que acabe más rápidamente. Si por los asistentes fuera, no habría números musicales y no habría despedida a las vigentes. Cuanto más pronto se lea el acta, mejor.

La primera felicitación la recibirán del alcalde de Valencia. Joan Ribó será la primera autoridad municipal que acude a este acto, de la misma manera que ya se desplazó a los domicilios de Alicia y Sofía hace ya casi un año.