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El resto de singularidades

Las otras joyas valencianas

La Llotja de la Seda fue el primer patrimonio valenciano que la Unesco destacó por su valor, en 1996, al que se suman otros cinco: el Palmeral y el Misteri d´Elx, el Tribunal de les Aigües, el arte rupestre y la Festa de la Mare de Déu d´Algemesí

Las otras joyas valencianas

La mascletà final de la Unesco ha sido la inclusión de las Fallas como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Pero la traca comenzó hace dos décadas para el patrimonio valenciano, que ya cuenta con seis bienes culturales protegidos en distintas categorías: la Llotja de la Seda, el Arte Rupestre Mediterráneo de la Península Ibérica, el Palmeral de Elx, el Misteri d´Elx, el Tribunal de les Aigües y la Festa de la Mare de Déu de la Salut d´Algemesí.

La Llotja de la Seda inauguró en 1996 un listado que empezó con cierto retraso para la cultura valenciana. Si en el año 1984 la Unesco ya había protegido en España la Alhambra, el Generalife y el Albaicín de Granada, el centro histórico de Córdoba o la catedral de Burgos, hubo que esperar doce años más hasta que el primer bien valenciano recibiera la máxima vitola cultural que otorga el organismo de las Naciones Unidas especializado en patrimonio cultural.

La descripción que luce en la web de la Unesco da cuenta de su interés en el edifico de Pere Compte que atestigua, piedra sobre piedra, el esplendor de una Valencia medieval que ya nunca alcanzó esa importancia geopolítica. «Construido entre 1482 y 1533, este conjunto de edificios se destinó desde un principio al comercio de la seda y desde entonces ha venido desempeñando funciones mercantiles. Obra maestra del gótico flamígero, la lonja y su grandiosa Sala de Contratación ilustran el poderío y la riqueza de una gran ciudad mercantil mediterránea en los siglos XV y XVI». A la Llotja le siguió el Arte Rupestre Mediterráneo de la Península Ibérica, que incluye 302 conjuntos artísticos ubicados en la Comunitat Valenciana y que fue protegido por constituir la mayor concentración en Europa de este tipo de arte prehistórico. El arte levantino, que entró en la Unesco en 1998, fue realizado por grupos mesolíticos y neolíticos al final de la Prehistoria.

De la belleza pétrea de los abrigos con pinturas rupestres, la cultura valenciana pasó a ser honrada por la exuberancia natural del Palmeral d´Elx. Con más de 200.000 ejemplares, la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad este conjunto arbóreo con sus complejos sistemas de riego estructurado en el siglo VIII d.C bajo el dominio musulmán. La Unesco precisa que su origen tal vez «se remonte a la época del asentamiento de los fenicios y los romanos en la región». «El Palmeral es un ejemplo único de las técnicas agrícolas árabes en el continente europeo», enfatiza la Unesco.

Elx y su riqueza cultural siguieron dando alegrías un año después, en 2001, cuando el drama sacro-lírico religioso del Misteri d´Elx fue honrado como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Escrito en valenciano antiguo y con algunos versos en latín, la Unesco destaca que el Misteri se viene representando sin interrupción desde mediados del siglo XV en la Basílica de Santa María y en las calles de la vieja ciudad de Elx. «Constituye un testimonio vivo del teatro religioso europeo medieval», subraya el organismo de la ONU. La Unesco se quedó maravillada tras constatar que era la única obra en su género representada sin interrupción hasta la actualidad al tener permiso del papa Urbano VIII, en 1632, para esquivar la prohibición del Concilio de Trento de representar obras teatrales en el interior de las iglesias.

El patrimonio inmaterial valenciano ha seguido acaparando protección de la Unesco. En 2009, el Tribunal de les Aigües fue incorporado a la prestigiosa lista de bienes culturales dignos de ser preservados para las futuras generaciones de la humanidad por ser un «testimonio único de una tradición cultural viva: la de la justicia y el gobierno democrático y autogestionario de las aguas por parte de los campesinos andalusíes en el ámbito de las huertas que rodeaban las grandes ciudades de la fachada mediterránea de la Península Ibérica».

Cada jueves a las doce del mediodía, los representantes de las acequias (Quart; Benàger y Faitanar; Tormos; Mislata; Chirivella; Mestalla; Favara; Rascanya y Rovella) se siguen reuniendo ante la puerta de los apóstoles de la catedral de Valencia al grito de «denunciants de la sèquia de?». Si hay juicio, cosa muy extraña, será rápido, oral e íntegramente en valenciano.

La última joya valenciana protegida por la Unesco fue, en 2011, la Festa de la Mare de Déu de la Salut d´Algemesí, con sus Muixerangues incluidas, de las que se alaba que «la base de la continuidad de esta fiesta es la participación de la vecindad del pueblo en su conjunto». Seis joyas valencianas para la humanidad que ayer sumó otra.

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