Que la fiesta fallera da sus pasitos evolutivos poco a poco es una realidad que se demuestra día a día. Tampoco es cuestión de discutirlo porque, además, así es como le gusta a sus protagonistas. Pero cuando llega la elección de las falleras, hay un detalle que se salta a la vista y que demuestra un rasgo de cambio: las falleras mayores de las comisiones, esas de las que se nutre después la corte de honor, ya no son jovenes, casi preadolescentes, que eran nombradas casi como si de un saludo a la mayoría de edad se tratara, tal como sucede en otras sociedades y en otras fiestas. Pero eso ya no es así.

Las falleras, y ahí queda el caso de este 2018, son mujeres que sobrepasan los 25 años (todas menos cuatro), con carreras finalizadas, que están metidas en el mercado laboral y que se han dado el gusto de pagarse ellas todo o parte de los gastos de su reinado. Se debe entender que esto les dará ese plus de responsabilidad y preparación necesarios para afrontar un cargo al que se le pretende revestir de más responsabilidad y más carácter de embajadora de una fiesta que, basada en elementos inmateriales (así lo es en Patrimonio de la Humanidad), necesita una representación material: ellas. Por eso ya no debe sorprender que en las falleras del futuro haya una de 32, otra de 31, de 29 y similar. Corren nuevos tiempos que se venían fraguando desde tiempo atrás. No es el caso de las infantiles, es verdad, a quienes las limitaciones de edad sí que permiten mantener un concepto que se repite a lo largo de las épocas.

Gala íntegra de la elección de las cortes de honor 2018

Con su nombramiento empiezan 26 historias y acaban 120. Igual de meritorias y profundas que las que anoche celebraban en sus casales el éxito. Pero la aritmética no da para más. Los jurados aseguraban haber llorado en el momento de tomar las últimas decisiones. Pero el ciclo no acaba y ahora, apagados los focos y recogidas las pancartas vuelven a la competición. Les darán unos días de descanso y, de cara al próximo fin de semana volverán las entrevistas. Cambiarán, seguramente, las estrategias y las ambiciones. Esto no deja de ser un concurso. Con unos premios fantásticos.