Homenaje en Dénia a las víctimas de los campos nazis: "A mi abuelo lo mataron con una ducha fría en Gusen el 28 de noviembre de 1941"

Pepa Ferrero, residente en Xàbia y natural de la Pobla Llarga, estremece con el relato de la deportación y la muerte de su abuelo en "el matadero" de Gusen

Dieciocho vecinos de la Marina Alta murieron en los campos de concentración: "Sus nombres no se deben borrar de la historia"

Participantes en el homenaje colocan claveles en la placa de los cuatro vecinos de Dénia deportados a los campos de concentración

Participantes en el homenaje colocan claveles en la placa de los cuatro vecinos de Dénia deportados a los campos de concentración / A. P. F.

Alfons Padilla

Alfons Padilla

El "paredón de la vergüenza". En ese muro del cementerio de Dénia están los impactos de las balas que acabaron con la vida de los 49 republicanos fusilados tras la Guerra Civil por la dictadura franquista. Sus nombres figuran en una placa. Y en otra placa están los nombres de los cuatro dianenses, Asensio Vives, Jaime Crespo, José Ramis y Vicente Pérez, deportados a los campos de exterminio nazis de Mauthausen y Gusen. Solo sobrevivió Vicente Pérez, pero no pudo ya volver a Dénia ya que falleció en 1956 en Francia arrollado por un camión.

Ahí, ante ese paredón que es memoria de la barbarie, ha tenido lugar esta mañana el homenaje a los deportados y fallecidos en esos campos de concentración llamados "fábricas de la muerte". El historiador Josep Ahuir, que es familiar de Asensio Vives, ha recordado que estas víctimas del nazismo lucharon primero contra el fascismo en la Guerra Civil. "Sus nombres no se deben borrar de la historia", ha afirmado y luego ha leído el manifiesto de la Amical de Mauthausen. Ha avanzado que el delegado de esta asociación en el País Valencià, Adrián Blas Mínguez, ofrecerá el próximo día 29 una conferencia en la que desvelará que también muchos valencianos y vecinos de la Marina Alta murieron "trabajando como esclavos" en las fábricas del Tercer Reich.

"Las leyes de Concordia blanquean el franquismo y menosprecian a las víctimas", ha denunciado Ahuir.

Familiares de deportados y fallecidos en los campos nazis, hoy, en el homenaje en el cementerio de Dénia

Familiares de deportados y fallecidos en los campos nazis, hoy, en el homenaje en el cementerio de Dénia / A. P. F.

Mientras, Jaume Ginestar ha leído los nombres de los 18 vecinos de la Marina Alta que murieron en los campos de concentración. Eran de Beniarbeig, Benimaurell (la Vall de Laguar), Benimeli, Calp, Castell de Castells, Dénia, Pedreguer, Pego y Xàbia.

El homenaje ha contado con Pepa Ferrero, residente en Xàbia y natural de la Pobla Llarga. Su abuelo, Julio Tomás Codina, murió en el campo de exterminio de Gusen. "Aquello era el matadero. Mi abuelo murió a las 6 de mañana del 28 de noviembre de 1941. Lo mataron con una ducha fría". Los verdugos nazis utilizaban en Gusen ese método inhumano y brutal de asesinar con chorros de agua helada a presión a prisioneros que antes habían realizado trabajos forzados en Mauthausen y estaban enfermos y desnutridos.

Las palabras de Pepa Ferrero han estremecido a todos los presentes. Ha recordado las humillaciones que sufrió su abuela. "Mi hermana y yo sabíamos que nuestro abuelo materno había muerto en un campo de concentración, pero no teníamos más datos. Nuestra madre falleció con 36 años y no nos pudo contar casi nada". Ximo Vidal, un vecino de la Pobla Llarga que ha investigado la represión del franquismo, les comentó que su abuelo había muerto en Gusen. Ellas hallaron luego en una caja las cartas que desde el frente en la Guerra Civil y luego desde el exilio en Francia había enviado a su abuela. Se casaron justo antes de que él, que entonces tenía 21 años, se fuera a la guerra.

Las placas que recuerdan a los republicanos fusilados por la dictadura franquista y a los cuatro dianenses deportados en campos nazis

Las placas que recuerdan a los republicanos fusilados por la dictadura franquista y a los cuatro dianenses deportados en campos nazis / A. P. F.

El olvido, otra forma de terror

Cuando se escucha a Pepa Ferrero cobra sentido aquello que dijo el filósofo Theodor Adorno de que "escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie". La poesía, claro está, es palabra y vida. Pero lo que no tiene sentido es lo que cuenta Pepa de que Gusen está hoy rodeado de chalés de lujo. "Es incomprensible. El arco de la puerta del campo de concentración está en la parcela de un chalé". Eso que relata esta nieta de una víctima del nazismo demuestra que el olvido también es otra forma de terror. Y las palabras de Pepa también enlazan con la sacudida necesaria de la película "La zona de interés", de Jonathan Glazer y basada en una novela de Martin Amis. La atrocidad se recrea sin entrar en Auschwitz, sino a través del retrato de la vida contidiana de la familia nazi que vive junto al campo de exterminio. El testimonio de Pepa y ese imprescindible filme inciden en lo mismo: la desmemoria y el borrar los nombres de las víctimas significa ser cómplices del Holocausto.