Una vez finiquitado el sistema financiero valenciano, ha llegado el momento de la batalla por este relevante nicho de mercado entre las entidades que se han adjudicado el negocio que hasta hace muy poco tiempo —y desde hacía más de un siglo— capitalizaban Bancaja, la CAM, el Banco de Valencia y Ruralcaja. Todas ellas han acabado engullidas por instituciones financieras foráneas. Bancaja, que esta semana se disolvió y ya se ha convertido en una fundación de carácter especial, se ha diluido, como su antigua socia Caja Madrid, en la nacionalizada Bankia. La CAM fue adjudicada al Sabadell. Ruralcaja y otras veinte cooperativas de crédito han sido absorbidas por la andaluza Cajamar y el pasado martes el FROB vendió, por un euro y una astronómica inyección de capital público (4.500 millones) el Banco de Valencia a CaixaBank. Fruto de los procesos que las han llevado a la desaparición, las dos cajas y el banco han perdido mucho terreno entre sus clientes tradicionales en los dos últimos años. Así que ahora sus compradores se aprestan a recuperar el tiempo perdido. Y no cabe duda que van a tener que poner en marcha políticas comerciales muy activas, en especial para encantar con sus productos al cliente más deseado por las tres: los empresarios, la burguesía valenciana. La Comunitat Valenciana, por tanto, se presenta como tierra de conquista.

El nuevo panorama que se avecina lo visualiza de forma clara el presidente de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), Salvador Navarro, para quien «la valencianía» de la entidades «está muy bien, pero lo fundamental es que se mueva el mercado y dinamizar recursos hacia la economía real». El dirigente patronal recuerda que el pasado mes de julio el volumen de créditos a las empresas había caído en el conjunto de España en un 3 %, mientras que en la Comunitat Valenciana había llegado al 7 %, una diferencia que, en su opinión, es consecuencia de la contracción que han vivido los operadores históricos del territorio. Pero, cerrados los traspasos de las entidades, «se abre un abanico de posibilidades con un colectivo que, exceptuando el sector inmobiliario, es fiable». Son, claro, los empresarios, para quienes se les pone por delante la oportunidad de que fluya el crédito, muy constreñido en los últimos tiempos.

A este respecto, el catedrático de Análisis Económico de la Universitat de València, Joaquín Maudos, se expresa también con rotundidad: «Ahora ya me da igual haber perdido a las entidades valencianas, porque lo realmente importante es que sus compradores nos traten bien a los valencianos». El también investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) considera que se avecina un período de mayor competencia y eso «siempre es saludable para la clientela». En su opinión, uno de los grandes damnificados en esta reestructuración sectorial en la Comunitat Valenciana ha sido «la relación banco/cliente, que se ha perdido». Y ahí el gran perdedor ha sido el empresariado, que, de pronto, se ha encontrado sin sus tradicionales interlocutores a la hora de ir a buscar financiación. «Aunque cuesta mucho, las empresas deberán reconstruir esa relación», apunta, antes de añadir que la contrapartida es que «ahora van a ser objeto de deseo».

El presidente de la CEV es consciente de ello. Al respecto, afirma que el Sabadell «siempre lo he visto involucrado con el tejido empresarial, incluso antes de quedarse la CAM», mientras que La Caixa, «que hizo una retirada en 2007 [con el inicio de la crisis], ahora vuelve a apostar por la Comunitat Valenciana, en especial después de comprar el Banco de Valencia», que le va a obligar a cuidar a los todavía accionistas de la entidad, miembros en una parte relevante de la burguesía y el empresariado valenciano.

Desde el sector financiero se abunda en esa misma línea y se asegura que el gran beneficiado «será el empresariado valenciano», porque en los últimos años la banca autóctona «estaba catatónica; no podía dar crédito». Algunas fuentes apuntan que las dos entidades catalanas, que han sorteado con nota los exámenes de solvencia, se encuentran en disposición de hacer fluir el dinero «y tienen ganas de incrementar su cuota de mercado entre los empresarios», mientras que prevén que Bankia tendrá más dificultades al hallarse inmersa en un proceso de reducción de su tamaño como consecuencia de las exigencias de Bruselas para recibir la millonaria ayuda europea. Otros interlocutores del sector, por contra, matizan que la entidad fundada por Bancaja ya ha empezado a recuperar el terreno perdido y, precisamente porque el capital europeo la ha saneado completamente y no tiene en el futuro vencimientos de deuda, se encuentra en plena disposición para dar la batalla con una política comercial agresiva en créditos y más prudente en depósitos. «Irán a por los clientes de proyectos solventes», apuntan estas fuentes. Al respecto, tercia Joaquín Maudos y afirma que «Bankia va a perder negocio porque tendrá que reducir muchas oficinas [1.100 en toda España] y centrarse en el negocio minorista, lo que dará juego a CaixaBank y Sabadell, que pueden ganar cuota». En el futuro, sin embargo, otros operadores pueden apostar por el mercado valenciano. Y es que es de prever que en los próximos meses se cierren nuevos movimientos de concentración y que las entidades que acaben quedándose firmas con relevante implantación en la autonomía como Catalunya Banc o Banco Mare Nostrum (liderado por Caja Murcia) entren en la contienda.

Concentración

Precisamente esa concentración es uno de los efectos perversos que observa Maudos en este proceso: «A corto plazo, habrá más competencia, pero a largo plazo, con la reducción del número de entidades, podría haber consecuencias negativas». Es una apreciación en la que coincide con el responsable de la asociación de usuarios de banca Adicae en la Comunitat Valenciana, Daniel Araque, quien recuerda lo que está sucediendo en sectores con mucha concentración de operadores, como el de la telefonía o el de los carburantes, donde los precios no bajan. «Será igual», asegura. Araque opina que de inicio habrá batalla y que eso es positivo para «el consumidor si las ofertas son buenas», pero acto seguido matiza que «esa competencia no beneficia al cliente normal, pero sí a los grandes patrimonios y a las empresas, que serán objeto de deseo porque los bancos necesitan liquidez y clientes con dinero». Un terreno en el que ha ganado ventaja CaixaBank, dado que «la clientela del Banco de Valencia es diferente de la de la CAM, por ejemplo, dado que es gente más pudiente».