Qué sería de España sin los bares? Es donde desayunamos, donde comemos, donde hemos conocido a nuestras mujeres y a nuestros amigos, donde nos socializamos; forman parte de nuestra cultura», se cuestiona el presidente de la Federación Empresarial de Hostelería de Valencia (FEHV), Manuel Espinar. No es que vayan a desaparecer, pero lo cierto es que, con cifras en la mano, la crisis está impactando con especial crudeza sobre este negocio. En cuatro años, es decir entre 2008 y 2012, el número de estos establecimientos ha descendido un 22,5 % en la Comunitat Valenciana, frente a un 20,5 % del conjunto de España, según los anuarios económicos publicados por La Caixa, que contienen datos correspondientes a los años 2007 y 2011. En concreto, 8.363 bares han desaparecido en esos cuatro años en la autonomía, una sangría que arroja más de dos mil establecimientos por cada ejercicio. Y, como queda dicho, los últimos datos son de 2011. Así que, como corrobora Espinar, es de esperar que el número de cierres a estas alturas de 2013 sea muy superior.

Los bares, en efecto, son un símbolo de la cultura española. Baste constatar que, pese a los efectos demoledores de la crisis, en España se mantenía abierto al finalizar 2011, un total de 279.243 locales, de los cuales 28.890 estaban ubicados en la Comunitat Valenciana. Sin embargo, la pérdida de rentas de una gran mayoría de la población y las medidas gubernamentales para aumentar los ingresos públicos para reducir el déficit han golpeado de forma despiadada sobre este subsector de la hostelería, hasta el punto de que, según el presidente de la federación, el volumen de negocio se ha contraído en 2012 un 6 %, con lo que esta actividad acumula 40 meses de descensos. El cúmulo de desgracias que se ha abatido sobre los bares, según Espinar, es largo. «Los que sobreviven son microempresas familiares, que en muchos casos tienen sus casa hipotecadas; se viven verdaderos dramas para abrir por las mañanas», asegura antes de apuntar que «la palabra traspaso prácticamente ha desaparecido, porque los propietarios y inquilinos prefieren traspasar su negocio a coste cero para no seguir perdiendo más dinero».

Y es que, paradójicamente, el de los bares es uno de los sectores refugio en esta crisis económica. Mucha gente que ha ido al paro ha buscado como alternativa, ante la inactividad y el temor a quedarse sin ingresos, montar un bar o alquilarlo. «Pero en su mayoría no llegan a un año y acaban perdiendo casi toda la inversión», afirma Espinar. El movimiento debe ser considerable si tenemos en cuenta el enorme saldo negativo entre cierres y aperturas de los últimos cuatro años. El Gobierno, desde luego, no ha echado una mano al sector con las últimas subidas de impuestos, que se producen después de que en enero de 2011 se aprobara otra medida muy contraproducente para esta actividad, como confirma Espinar: la prohibición de fumar en locales públicos.

La subida del IVA „el reducido que tienen que aplicar los bares ha pasado del 8 % al 10 %„ y de los impuestos especiales „un 10 % en las bebidas alcohólicas„ ha tenido, según el presidente de la federación de hosteleros valencianos, un efecto tremendo sobre la rentabilidad, porque muchos establecimientos han tenido que absorber esos incrementos, a través de unos balances ya muy castigados, para no ahuyentar aún más a la clientela. A resultas de ello, «muchos negocios son de pura supervivencia: comer, beber y pagar los gastos básicos y, aún así, muchos de ellos están en pérdidas». La Federación Española de Bebidas Espirituosas (Febe) recordaba recientemente que el 77 % del consumo de los espirituosos se hace en la hostelería. Como efecto, esta organización calcula una pérdida de 35.000 puestos de trabajos en este sector y en otras actividades relacionadas con el ocio nocturno y el turismo.

Lo cierto es que la crisis y sus efectos derivados en el área fiscal han provocado un descenso en el consumo. Los datos de la Encuesta de Presupuestos Familiares hecha pública el pasado lunes por el INE ponía de manifiesto que las comidas y bebidas fuera del hogar fueron el concepto, junto a la compra de vehículos, en el que los hogares españoles más redujeron el año pasado el gasto respecto a 2011. El presidente de los hosteleros valencianos apunta al respecto que los bares ubicados en polígonos industriales «están prácticamente muertos», porque los clientes, para ahorrar, se llevan almuerzo, comida y bebida desde casa». Los establecimientos que viven de los funcionarios y administrativos no lo están pasando mucho mejor, porque «mucha gente ya no baja al bar; el almuerzo de media mañana casi ha desaparecido», asegura Manuel Espinar, quien, en materia de consumo, se muestra muy crítico con la práctica del botellón por parte de los jóvenes, una tendencia seguida por muchas personas entre otros motivos por la precariedad de ingresos: «Hay que erradicar esa cultura, dado que beber en la calle es visualmente agresivo y además provoca contaminación acústica y medioambiental». Según su relato, la primera de estas últimas está provocando que haya turistas de fin de semana que abandonen anticipadamente su estancia de la playa de la Malvarrosa de Valencia por el ruido.

De todas formas, la situación del sector es desigual. En el último informe de coyuntura de la patronal provincial CEV, la mencionada federación apuntaba que la cifra de negocio en este sector en el primer trimestre había crecido „toda una novedad en cualquier actividad valenciana„ un 10,6 %, gracias al puente de San José y la Semana Santa, en localidades costeras como Gandia y Cullera. Espinar matiza al respecto que la hostelería abarca a muchas actividades diversas, como los restaurantes, las cadenas de comida rápida, los pubs, las discotecas y, los que están peor con diferencia, son los bares. Según el dirigente empresarial, además, el sector de la hostelería en general no se está viendo beneficiado por la llegada masiva este año de turistas extranjeros, porque «vienen en paquetes y gastan poco fuera del hotel».

El futuro, además, es tenebroso, porque, como explica Espinar, el año que viene, con la nueva ley de arrendamientos urbanos, se van a actualizar los alquileres de rentas antiguas y eso puede provocar un cataclismo en innumerables bares y otros establecimientos de zonas céntricas que a partir de 2014 van a tener que pagar un alquiler más elevado. El presidente de los hosteleros pide la creación de un comité de arbitraje para solucionar este nuevo problema, que puede dar la puntilla a muchos locales.