Estos economistas consideran populistas algunas de las decisiones económicas tomadas por el Ejecutivo del PP o cuestionan determinados nombramientos en órganos reguladores de personas que, según su punto de vista, no tienen capacitación suficiente. Incluso han puesto nombres sobre la mesa, empezando por Elvira Rodríguez, al frente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), y siguiendo por los consejeros de la nueva Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).

Luis Ángel Rojo, exgobernador del Banco de España, fue el impulsor de Fedea a mediados de la década de los años 80. Su objetivo era configurar un cuerpo académico de economistas que realizara estudios a medio y largo plazo, y que aportara distintas visiones sobre la economía nacional. El problema era la financiación. Pero Rojo se las arregló para lograr el apoyo de grandes y significativas compañías. Los actuales patronos de Fedea son: Banco de España, Banco Santander, BBVA, Banco Sabadell, La Caixa, Bankia, Banco Popular, Bolsa de Madrid, Corporación Financiera Alba, Fundación Ramón Areces, Repsol, Telefónica, McKinsey&Company, Iberdrola, Santander Totta y Abertis. Esta composición ha hecho que siempre se haya relacionado este centro de estudios con la banca y las grandes compañías del selectivo Íbex-35, mientras que los jóvenes economistas que se integraron en él durante los últimos años muchos educados en el extranjero se han empeñado reiteradamente en agitar la bandera de la independencia.

Fedea adquirió relevancia mediática con el llamado «Manifiesto de los Cien Economistas», en el que un centenar de expertos abogaba por una reforma laboral que incluyese el polémico contrato único. Gobernaba entonces en España el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero. Jesús Fernández-Villaverde acaba de publicar en el blog ¿Hay Derecho? (en el que escribe tras abandonar Fedea) sobre aquel momento germinal de la Gran Recesión: «La reacción del Gobierno de Zapatero ante la crisis fue decepcionante. Primero se negó que la crisis fuera objeto de mayor preocupación. Luego se pretendió salir de ella a golpe de talonario público. Finalmente, se habló de unos brotes verdes que nunca existieron».

El PP, entonces en la oposición, veía en las críticas de estos economistas un filón para sus expectativas electorales. Todo eran alabanzas desde las filas populares. Pero en diciembre de 2010, cuando ya era evidente que el PP iba a ganar los comicios, Fernández-Villaverde y Garicano escribieron una columna en la que acusaban a la formación liderada por Rajoy de «populismo» y de utilizar el «todo es gratis», el «vayamos despreocupadamente por el camino más fácil», y «la culpa la tienen los demás y usted no tiene que hacer nada costoso». El detonante de estas críticas era, entre otros, que el PP había votado en contra de congelar las pensiones y de reducir el sueldo de los funcionarios.

Fue el inicio de las tensiones entre los académicos y el partido que meses más tarde llegaría al Gobierno. Las cosas empezaron a complicarse cuando desde algunos ámbitos se llegó a coquetear con la posibilidad de que España abandonase el euro. Entonces Garicano, Fernández-Villaverde y Santos publicaron un artículo al margen de Fedea que llevaba por título: No queremos volver a la España de los 50. En el texto cargaban contra el Ejecutivo de Mariano Rajoy y contra la clase política. Aseguraban que abandonar la moneda comunitaria traería una «economía cerrada». Y añadían: «Lo triste es que a muchos de nuestros políticos este escenario no les asusta, porque es una economía en la que pueden hacer y deshacer a su antojo, usando las palancas de la peseta para dar dádivas a sus amigos a discreción». Fuentes cercanas a Fedea dijeron a este diario que las críticas y los ataques contra los tres autores del artículo «fueron feroces». Y añaden que «hubo gente en el Partido Popular y en el Gobierno que los colocaron en el centro de la diana».

Además de expresar sus discrepancias con la política económica de Rajoy, estos expertos de Fedea pusieron su foco en el funcionamiento de las instituciones, especialmente en los organismos reguladores y en las personas que habían sido nombradas al frente de ellos. La designación de Elvira Rodríguez para presidir la CNMV sirvió a Fernández-Villaverde para explicar su teoría de que en España lo que importa es el currículum político más que la capacitación profesional. En una conferencia que ofreció en Madrid, el economista comparó el currículum de la presidenta del organismo regulador de los mercados en España y el de su homóloga en Estados Unidos, Mary Shapiro, que antes de llegar al puesto acumuló 20 años de experiencia en tareas de supervisión de mercados. Rodríguez, que es economista, auditora del Estado y ocupó distintos cargos políticos, perdía por goleada frente a Shapiro. El profesor de la Universidad de Pensilvania criticó, además, las designaciones hechas por el PP para la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). «La lista de los consejeros nombrados nos dice que la CNMC no va a cumplir con su misión».

Algunas fuentes consultadas aseguran que «la virulencia de los ataques contra el Gobierno se explica porque estos tres académicos optaban a cargos que no consiguieron». Entre los economistas interrogados la impresión es bien distinta. «Molestaron demasiado por describir la sensación que tiene la gente, y anticiparon el desapego ciudadano con la clase política y las instituciones. Con su prestigio y los puestos que ocupan, no necesitan ningún cargo aquí», resume uno de ellos. En lo que sí coinciden todas las fuentes consultadas es en que Álvaro Nadal, jefe de la Oficina Económica de La Moncloa, ha tenido un papel «sobresaliente» en la salida de Fedea de estos tres economistas. «Y de alguno más que prefiere la discreción», añaden en alusión a otros abandonos que aún no han trascendido. En Fedea confían en que estos hijos pródigos «vuelvan pronto».

El nuevo director de Fedea a partir del 1 de abril, Ángel de la Fuente vinculado al PP desde el mundo político, una vez que Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, le ha elegido director del equipo de expertos responsable de la elaboración de un nuevo modelo para el cálculo de las balanzas fiscales autonómicas, aunque también es asesor del presidente socialista de Asturias tiene por delante una ardua tarea para restañar heridas.