Suma y sigue. Cullera despidió el pasado mes de agost0 a las Hijas de la Caridad en un acto en el que la sociedad local quiso mostrar su agradecimiento al trabajo realizado por las monjas del colegio La Milagrosa durante los 137 años que han permanecido en la ciudad. Sólo dos hermanas quedaban en la comunidad tras el traslado de una tercera poco antes de cumplir 99 años y la orden optó por acercarlas también a sus lugares de origen suprimiendo la misma. La situación no es nueva. La ausencia de relevo generacional por falta de vocaciones en Europa obliga a las órdenes religiosas a restructurar su obra y concentrar esfuerzos allí donde los considera más necesarios. Con la marcha de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl de Cullera son ya doce las comunidades religiosas que han abandonado la Ribera en las últimas dos décadas y, precisamente, esta congregación es la que más casas ha tenido que cerrar en este proceso de repliegue. La del colegio La Milagrosa de Cullera es la quinta. Por otra parte, Cullera pierde con la marcha de las Hijas de la Caridad su tercera comunidad religiosa en poco más de una década, si bien todavía sigue siendo Carcaixent la localidad de la Ribera que ha sufrido una mayor diáspora con la marcha de cuatro comunidades.

Acotando este proceso a los últimos veinte años fueron las monjas que atendían el Hospital Municipal Santa Lucía de Alzira las primeras en trasladarse. Corría el año 1996 y la marcha de esta comunidad de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl estuvo directamente vinculada con el cese de la actividad en el centro sanitario donde trabajaban. Atrás dejaban 120 años de historia desde su llegada a la ciudad en 1876 y de servicio a la sociedad. Además, sin saberlo, daban paso a un goteo de cierre de comunidades religiosas en la comarca que no ha cesado ya que, antes de concluir la década y, en concreto, en el año 1999, también dejaban el colegio de la Encarnación de Sueca las hermanas de una comunidad de la misma congregación tras más de un siglo en el centro y, casi a la vez, cerraba sus puertas el monasterio cisterciense de Fons Salutis de Algemesí. Cinco monjas todas mayores de setenta años formaban esta última comunidad y la falta de vocaciones le había llevado a pedir el traslado a otros monasterios.

También en esa década dejaba el colegio Sant Francesc de Guadassuar el franciscano que estaba al frente de la parroquia y del centro.

Cullera despediría unos años después, a mediados de la década siguiente, a las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, que dejaron el colegio de la Inmaculada Concepción, de la Fundación Bou, al que habían llegado en 1967 para tomar el relevo de las Hermanas Carmelitas de la Caridad, y poco después también despediría a los franciscanos del castillo tras 83 años al frente del mismo. Sólo quedaban dos frailes y una junta del patronato asumió el mantenimiento de la iglesia. Corría el año 2007, que fue también el del inicio de la diáspora de órdenes religiosas de Carcaixent, cuatro en apenas seis años, si bien también llegó una nueva congregación a ocupcar el antiguo convento de las dominicas. Hace apenas dos años, Alzira despedía a las últimas hermanas de las Hijas de la Caridad que atendían el colegio de la Beneficencia.