La "Mona" salva los hornos de Alberic

El dulce típico de la Pascua permite a los obradores sobrevivir en una época de cierres generalizados en muchas localidades por el empuje de los supermercados - Cada uno elabora a mano entre 1.000 y 2.000 panquemados diarios

Rubén Sebastián

Rubén Sebastián

Pocas localidades pueden presumir de tener relacionado a su nombre un producto gastronómico que enamore a todo el mundo. Es lo que ocurre en Alberic con el panquemado. O mona de Pascua. Este dulce típico, tan esponjoso y apetecible, es la estrella absoluta durante la Semana Santa. Pero su importancia va mucho más allá del mero hecho de servir de almuerzo, merienda o tentempié pascuero, ya que su arraigo social y su proyección fuera del propio municipio permiten a los hornos resistir el empuje al que se ven sometidos por parte de los supermercados.

Es un hecho más que contrastado que durante las últimas décadas el número de hornos ha ido en retroceso en muchas localidades. Ir a la panadería se ha convertido casi en un acto de rebeldía frente a un modelo socioeconómico como el actual en el que abundan las familias con recursos monetarios limitados, con escaso tiempo libre tras su trabajo y que buscan realizar sus compras en una única superficie para ahorrar euros y horas. «Tenemos todavía clientela fija, pero a la velocidad a la que vamos todos, es normal que la gente no se pare cada día a ir a la carnicería, la verdulería o el horno. Se hace una compra grande y ya está. Intentamos adaptarnos y ofrecer cosas nuevas que antes no se encontraban en un horno y, a la vez, algo que no se puede ver en los supermercados», apunta sobre esta cuestión Vicente Moscardó, hijo y nieto de horneros en Panquemados Moscardó.

A ello se le añade una crisis que afecta a los distintos productores del sector primario, donde la falta de relevo generacional resulta preocupante. «Muchos de los hornos que se ven obligados a cerrar no cuentan con una nueva hornada de jóvenes, a los que no les interesa el sacrificio que supone gestionar un horno, trabajar toda la noche...», reflexiona Elvi Yuste, del horno Miguelín, que añade a continuación: «Los supermercados ofrecen unos precios contra los que no podemos competir. Pero en calidad no nos pueden ganar».

Sabor artesanal

La clave de su supervivencia es, precisamente, esta. Ofrecer un producto de calidad incontestable. «Gracias a eso se mantiene la artesanía de nuestros horneros, ellos son los depositarios del secreto mejor guardado: la receta de la que es la joya de nuestra localidad», asegura el alcalde de Alberic, Toño Carratalá. El propio munícipe reconoce que la mona que elaboran los obradores es «incomparable». «No tiene nada que ver con el producto industrial. El que ha probado la tradicional sabe que su sabor y textura son increíbles, además de ser más saludable. Estos días las calles ya se llenan con el olor tan característico de la cocción… Es un momento muy bonito para Alberic, forma parte de nuestra identidad como pueblo y es una cosa que no se debe perder nunca», asevera Carratalá.

Durante toda la semana, miles de personas han cruzado las puertas de Moscardó, Mínguez, Miguelín, Ximo, Sant Roc, Durá, El Campanero… y del resto de hornos de la localidad para hacerse con un panquemado. O más de uno. Han sido días de largas colas (algunas de ellas comenzaban de madrugada) y de mayor tráfico del habitual en las calles. La venta a través de Internet también ha dado un impulso a un producto que, ya de por sí, gozaba de gran fama. Alberic recibe visitas de diferentes rincones de la geografía valenciana. Quien prueba, repite. «Podría decirse que estos días recibimos turistas gastronómicos, es algo que nos ayuda mucho a seguir adelante porque, estas semanas, representan una parte muy importante del volumen anual de ingresos. Es un no parar, muchas horas trabajando, con refuerzos de plantilla y a medida que la Semana Santa avanza y se acerca el Domingo de Pascua, son muchos los hornos que superamos las mil monas vendidas al día», expone Yuste. 

Proceso de elaboración y cocción de la mona de Alberic.

Proceso de elaboración y cocción de la mona de Alberic. / PERALES IBORRA

Bocado de nostalgia

Moscardó cifra entre 1.500 y 2.000 los panquemados que, hechos a mano, puede llegar a vender durante estos días. En su obrador se trabaja prácticamente 24 horas al día. «La actividad no para. Se hacen turnos y fácilmente trabajamos desde las doce de la madrugada a las diez de la noche, también con ayuda de la familia», indica. El secreto de su éxito va más allá de ofrecer a los clientes un dulce. No. La mona de Alberic es también un bocado que sabe a nostalgia. «Creemos que es muy importante toda esa tradición que la envuelve. Las familias que las compran antes del fin de semana de Pascua. El recuerdo y las historias que acompañan al panquemado también son un valor añadido, una esencia que debe perdurar», concluye Moscardó.