El abrumador oleaje de vituperios y descalificaciones en todas direcciones que circulan por las redes sociales contra las ONG estos últimos días, a modo de condena global y sin paliativos, originado por la «revelación», por The Sunday Times, del escándalo de abusos sexuales de la filial británica de Oxfam en Haití me provoca de tal manera que no puedo abstenerme de intervenir en este debate.

De entrada, que quede claro que soy Presidente de la ONG Globalmón desde hace tres lustros Una Asociación nacida en Gandia en 2003 por iniciativa de un pequeño grupo de personas de buena voluntad. Lo hicimos a nuestro regreso a Gandia después de un impactante viaje de inmersión cultural durante diez días, en enero de 2003, en el Valle del Logone, en Chad y norte Camerún. Años antes, en 1979, tuve el honor de fundar una delegación nacional de la ONG jesuita Inades-Formación chad, y el placer de dirigirla durante once años. Y, actualmente, ya jubilado, ejerzo de director general de la Maison des Enfants en Sobanet, en Guinea Conakry, orfanato y complejo educativo sustentado por una vasta red de voluntariado y de donantes, principalmente de origen europeo.

Sin entrar en rodeos, yo no creo acertado sugerir el enunciado del artículo de Belén Domínguez Cebrián, en El País del pasado 16 de febrero, que este escándalo sexual, que lo es, de una de las más grandes y potentes ONG humanitarias y de desarrollo, como Oxfam, socava la fundamentación de todas las ONG. Ni siquiera la razón de ser de esta organización humanitaria. Cierto que se puede y se debe pedir cuentas por este indefendible comportamiento, incluso llevar el caso ante los tribunales si el asunto lo requiere, faltaría más.

De ahí a pretender negar la justificación de las ONG sería desposeer a la sociedades evolucionadas de uno de los mejores instrumentos ingeniados por iniciativa ciudadana de ámbito privado: las organizaciones humanitarias de cooperación para el desarrollo y el voluntariado solidario con otros pueblos.

No lo afirmo yo, lo avalan los resultados obtenidos. La información está al alcance de todos. Sinceramente, no me sorprende la jauría que, con ocasión de este escándalo sexual, se ha abalanzado en los media, más aún por las redes sociales, como tigres sobre la presa que tenían al acecho, en su punto de mira, para fulminarla a las ONG humanitarias y de desarrollo.

Pero no nos engañemos, esta jauría se escuda tras el aireado caso de las malas prácticas de Oxfam para justificar su indiferencia y repliegue en sí mismo. La jauría lo utiliza como coartada para toda sarta de posicionamientos excluyentes, xenófobos e insolidarios y para justificarse en su egoísmo.

Basta con ojear algunos de las miles de opiniones que se arrojan estos días por las redes sociales para darse cuenta de la innoble y desmedida campaña fomentada contra las ONG sin ningún fundamento racional y lógico, sólo basado en sentimientos emocionales y justificaciones de bajo rango moral, que en última instancia desprestigia y desautoriza a sus promotores y difusores.

¡Qué desatino, que al socaire de este escándalo sexual protagonizado por Oxfam, tan sobrecargado de morbo, se pretenda minar los cimientos nobles y universales que alberga el caído, pese a sus actos! Pues, aun con el arrastre de sus despropósitos y errores, no es causa para querer desarraigar el necesario e indispensable compromiso humanitario, que nuestro mundo desgarrado, inicuo y aherrojado de tantas miserias, nos implora. ¡Y cuánto bien nos haría si fuéramos capaces de focalizarnos más alto de nuestra cintura!