Unas 130 tumbas encontradas hasta ahora a lo largo de centenares de metros cuadrados situados alrededor de la ermita de Sant Llorenç de l'Alcudiola, en el término de Tavernes de la Valldigna, todas ellas correspondientes a personas que vivieron en las poblaciones del este de la Serra de Corbera a lo largo de siglos.

Así es la necrópolis islámica con la que se ha topado las obras de la autovía A-38, muy cerca del casco urbano de Favara, lo que, en cumplimiento de la ley, ha obligado a paralizar los trabajos y a iniciar una excavación, traslado y estudio de los restos encontrados.

Esa actuación, coordinada por la arqueóloga Manuela Raga, se prevé que todavía dure semanas, e incluso meses, porque, según ha podido saber este periódico, ni siquiera se conoce el alcance total de la necrópolis. A medida que se va excavando siguen apareciendo restos óseos de personas de todas las edades enterradas bajo el rito musulmán, con el cuerpo en dirección a la ciudad santa de La Meca.

Es pronto para adelantar resultados, pero muchos aspectos ya están más que claros. El cementerio se prolonga en el tiempo durante varios siglos. Todo apunta a que las tumbas corresponden a personas que fueron enterradas tanto durante la época andalusí, antes de la llegada de Jaume I, el siglo XIII, como posterior a ese hecho, cuando los moriscos vivieron en un régimen de servitud respecto a los señores cristianos hasta que, en el año 1609, todos fueron expulsados de los reinos de España.

Tampoco sorprende ni la ubicación ni la dimensión del cementerio que ahora ha quedado al descubierto. En el primer caso, hace años que estas mismas obras, que han permanecido paralizadas mucho tiempo, encontraron las primeras tumbas, de manera que se esperaba hallar más cuando se retomaran.

Respecto a la gran cantidad de personas encontradas y la extensión del cementerio, a pocos puede extrañar porque se sabe que esta fue una zona densamente poblada. Muy cerca de allí estaban, entre otros, los poblados de Alfàndec, Favara, Alcudiola, Massalari, Alcalà, el Ràfol o Gebalcrobra. Y, además, en estas zonas cercanas a los marjales, que siglos atrás eran todavía más extensos que en la actualidad, se «refugiaron» los moriscos a partir de la dominación cristiana, dado que esos lugares eran más insalubres y los cristianos, con buen criterio, optaron por levantar sus pueblos algo más hacia el interior.

Junto a un cementerio cristiano

La «convivencia» entre las personas de una y otra religión también se demuestra por la proximidad de los lugares elegidos para enterrar a sus difuntos. Muy cerca de donde ahora se excava la necrópolis islámica está el cementerio cristiano que, hace unos años, se halló alrededor de la ermita de Sant Llorenç de l'Alcudiola, que seguramente se levantó sobre los restos de una de las muchas mezquitas que había en el área de lo que después recibió el nombre de Valldigna. Una de ellas, la Xara, en Simat, todavía sigue en pie y estuvo activa a solo unos metros del monumental monasterio de Santa María.

Como es habitual en estos casos, el equipo de arqueólogos que está trabajando sobre el terreno recupera los esqueletos y los traslada a un centro de investigación. Allí algunos de ellos serán sometidos a análisis y, con el tiempo, se podrán saber muchos aspectos de su vida, tanto en la vertiente personal como en la comunitaria. Cuándo vivieron, las enfermedades que padecieron, la esperanza de vida en sus comunidades, e incluso la dieta que seguían en la alimentación.