Plan Internacional ha alertado de que millones de niñas trabajan en el servicio doméstico en todo el mundo prácticamente en condiciones de esclavitud, en jornadas interminables, sin acceso a la educación y expuestas a abusos físicos y sexuales. La ONG ha recordado que la vulnerabilidad de las niñas invisibles, llamadas así porque trabajan en condiciones de clandestinidad y esclavitud en un sector laboral donde rara vez existe protección ni regulación. El empleo de niñas en el servicio doméstico es una práctica habitual en América Latina y África, pero tiene una especial incidencia en el sudeste asiático en países como Filipinas,

India, Pakistán o Bangladesh, sobre todo en las grandes ciudades. En India, por ejemplo, el 81 % de las trabajadoras domésticas tienen entre cinco y doce años.

El sistema kamalari, que afecta a las niñas de la etnia tharu en Nepal, y la práctica del restavec en Haití son formas de esclavitud moderna, en las que las niñas, que a veces no superan los cinco años, son enviadas a trabajar como servicio doméstico en hogares de familias adineradas de diferentes puntos del país, en entornos desconocidos en los que, a veces, ni siquiera hablan su mismo idioma. En muchas ocasiones la práctica del servicio doméstico por niñas está sustentada en tradiciones ancestrales, en las que muchas sociedades se escudan para legitimarlas. En ocasiones son las propias familias las que envían a las niñas a trabajar para que ayuden en la economía familiar, en otras, los padres no pueden garantizar su manutención y las niñas acaban en casa de familiares o conocidos que las emplean a cambio de techo, comida y la promesa de escolarizarlas, una promesa que no siempre se cumple. Trabajan como asistentas domésticas durante jornadas interminables, aisladas de la sociedad y sin posibilidad de asistir a la escuela, corriendo el riesgo de sufrir abusos físicos, psíquicos y sexuales.

En los barrios pobres de Islamabad, la capital de Pakistán, dos o tres mujeres de cada familia son trabajadoras domésticas, aunque es considerado un trabajo denigrante por los estigmas que conlleva. Comienzan desde niñas, obligadas a dejar el colegio para contribuir a la economía familiar. Es habitual que niñas de unos 13 años trabajen diariamente en el servicio doméstico de dos o tres casas de familias adineradas. Plan Internacional en Pakistán y la organización local HomeNet trabajan para empoderar a las trabajadoras domésticas y apoyarlas en la defensa sus derechos. A través del programa Urban, Plan Internacional ayuda a las mujeres a organizarse en grupos en los que pueden discutir sobre los problemas a los que se enfrentan.

En Togo, miles de menores, en especial niñas de entre 9 y 13 años, son forzados cada año a trabajar en el servicio doméstico, casi en régimen de esclavitud. Según datos del gobierno togolés, en 2012 unos 4.500 menores de edad fueron víctimas de tráfico, de los que un 60% eran niñas.

La pobreza económica es el principal factor que desencadena esta trata de menores, en un estado en que el 38,7 por ciento de la población vive bajo el umbral de la pobreza. Niñas de tan solo siete años son llevadas a Lomé o, cruzando la frontera, a los países vecinos de Nigeria y Benin por traficantes conocidos como ogas, que la mayoría de las veces son mujeres cercanas, como sus tías o sus hermanas mayores. Las niñas pierden su educación y muchas sufren violencia física, pasan hambre o son sometidas a abusos o violaciones.