Conseguir un trabajo, atender a una clase lectiva, disfrutar de una actividad de ocio, comunicarse con el médico u optar a una ayuda pueden convertirse en arduas tareas para una persona que tiene dificultades para oír. Las barreras comunicativas a las que se enfrentan los sordos se convierten en una especie de muro invisible que la sociedad en muchas ocasiones es incapaz de ver, pero que tampoco puede superar.

Contra estas dificultades lleva ya casi un siglo de lucha la Asociación Valenciana de Personas Sordas (AVS), la tercera más antigua de toda España. En 1926, nació esta entidad que cumple ahora su 90 aniversario —que celebró la semana pasada con un acto en Alaquàs— y que se ha convertido en un referente nacional en la lucha por los derechos de las personas con problemas de audición.

La AVS ha funcionado durante gran parte de su historia mediante la autogestión hasta que en 2004 el Ayuntamiento de Valencia puso en marcha un servicio de mediación social que supuso un punto de inflexión en su devenir. «Estos mediadores son nuestra garantía de acceso a la sociedad», explica José Luis García, que recuerda la diferencia entre los intérpretes y los mediadores: «Los intérpretes solo traducen, mientras que los mediadores aconsejan y estudian la gestión, enseñan los pasos a seguir».

Tras 90 años de trabajo, la asociación, que actualmente cuenta con 340 socios, se enfrenta ahora a nuevos retos. El principal objetivo es mantener el perfil de la mediadora, algo para lo que dependen de las ayudas de la conselleria y los ayuntamientos, según explica García.

Asimismo, el presidente de la AVS recuerda las dificultades que encuentran los sordos para conseguir un empleo: «Estamos muy discriminados laboralmente», denuncia. Por ello, la asociación trabaja con la idea de que una nueva legislación laboral pueda favorecer sus intereses o, al menos, tenerlos más presentes.

Una cultura de los sordos

La Asociación Valenciana de Personas Sordas cuenta con una sede en el barrio de Torrefiel con 1.300 metros cuadrados de suelo que quieren que se convierta en un «centro social para fomentar la propia cultura sorda». Es decir, un lugar en el que se programen actividades culturales y de ocio adecuadas para las personas con problemas auditivos.

En ese mismo sentido, a largo plazo, pretenden crear un grupo de difusión para personas sordas en el que se aporte información de forma accesible para este colectivo como, por ejemplo, ayudas a la vivienda o cursos de formación laboral.

La AVS se enfrenta así a un futuro de nuevos retos para seguir superando barreras con la base de 90 años de incesante labor.