El campo explora nuevos horizontes para su modelo de negocio. La Vall d'Albaida, por ejemplo, ha convertido un área de explotación agraria en un nuevo concepto, La Toscana valenciana. Allí trabaja un grupo de nuevos bodegueros, jóvenes en muchos casos, buscando crear una ruta de referencia para el turismo enológico. En ese ecosistema la empresaria Isabel Galbis lleva unos años convirtiendo la explotación agrícola familiar en postales de ensueño: «Buscamos acercar la realidad del campo a la gente». Bajo esa divisa la empresa familiar Nobleza de la Tierra ha convertido varias fincas en riesgo de ruina en casas rurales tematizadas que acercan al visitante de la ciudad al mundo rural.

Lo explicaba Galbis esta pasada semana en la Ribera, dentro de una jornada sobre la incorporación de las mujeres del medio rural a la actividad económica. En el caso de Galbis, su empresa vende «experiencias rurales». «Yo acerco la vida en el campo a través del turismo rural. Nos creemos el turismo ecológico», apunta.

Las fincas rehabilitadas en sus explotaciones se han convertido en referentes en el sector del turismo rural. Una de las tres que posee, San Agustín „una masía del Ontinyent del XVIII que estaba en ruinas„, fue restaurada con criterios de biosostenibilidad: una fosa séptica ecológica, caldera de biomasa, farolas solares... Está tematizada con el mundo del vino: cada habitación, una variedad. Cuenta además con un huerto ecológico. Y más allá, un millón de metros cuadrados en cultivo ecológico: caquis, almendras y olivo.

El aceite, precisamente, es otra de las vías de negocio de esta empresa formada por cinco hermanos que también explota naranjas y mandarinas. El Noblezza es un aceite de oliva virgen extra monovarietal (arbequina) que se vende en el circuito ecológico y tiendas gourmet. El proceso de producción del aceite es otra de las actividades que se explica en la finca.

Y como una experiencia más de la vida en el campo, la finca ofrece «turismo estelar». «Hemos sido los primeros de la Comunitat Valenciana en obtener el sello de calidad Startlight. reconocida por la Unesco», presume Galbis. La fundación la señaló como «óptima para observación» de las estrellas, alejado de la contaminación lumínica. También tiene el sello de Turismo Ecológico, de la fundación Ceres Ecotur, por los parámetros de ahorro energético y biosostenibilidad.

Junto a Galbis, la ganadera Regina Monsalve compartió sus experiencias tras dos décadas de activismo en el mundo rural y, especialmente, desde la perspectiva femenina. Monsalve, que actualmente preside el Colegio de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Valencia y Castelló, fue quien hace unos años consiguió recuperar la raza de la oveja guirra, que estaba en peligro de extinción. «Es una raza autóctono, de tonalidad roja. La hemos sacado del peligro», expone. De aquella aventura surgieron otras iniciativas.

Monsalve, que fue la primera mujer en obtener un reconocimiento por su trayectoria por parte de la Generalitat, preside también la Asociación de Ganaderos de Cordero de Pasto de la Comunitat Valenciana. Los involucró en aquella ocasión. «Hoy tienen 5.000 hectáreas de grano ecológico y otras doce mil de pasto», explica. También está desarrollando proyectos ecológicos a través de la ganadería, como la aclimatación de la planta stevia en la autonomía. En los últimos años, Monsalve ha incrementado su actividad como promotora de iniciativas cooperativistas para mujeres. Tanto en el interior, como en las comarcas del sur de Valencia.