El transhumanismo (abreviado como H+ o h+) es un movimiento filosófico que surge a finales del s.XX. Su objetivo es transformar la condición humana mediante el desarrollo de altas tecnologías que mejoren las capacidades físicas, intelectuales y emocionales de nuestra especie.

En los orígenes del transhumanismo encontramos la World Transhumanist Association (WTA), primera ONG defensora del movimiento, que redactó la «Declaración Transhumanista» y que perseguía su reconocimiento como legítimo objeto de investigación científica y de la política. Como evolución de la WTA, en 2008 se constituyó Humanity+, que hoy cuenta con unos 6000 seguidores en más de 100 países.

El transhumanismo aboga por el uso ético de la tecnología para expandir las capacidades humanas y permitir a las personas alcanzar un «bienestar superior». Los avances en genética aumentarán la esperanza de vida y erradicarán enfermedades. La nanotecnología permitirá crear máquinas microscópicas que se insertarán en nuestro cuerpo para reparar todo tipo de daños celulares. La robótica y la inteligencia artificial harán posible, hacia 2030, máquinas con inteligencia emocional, capacidad moral y habilidad para decidir y resolver problemas. Algunos especulan que el año 2045 podría ser el año de la inmortalidad.

El movimiento transhumanista pronostica avances tecnológicos que inicialmente generarán «humanos transicionales» o «transhumanos», con capacidades corporales y mentales mejoradas, para posteriormente dar paso a los «posthumanos», resistentes a las enfermedades y al proceso de envejecimiento, con capacidades extraordinarias y tiempo ilimitado para aprender y generar habilidades. Los posthumanos serán capaces de diseñarse a sí mismos, de manera que las nuevas inteligencias crearán a su vez otras superiores a ellas y así exponencialmente, hasta tal punto que «dejarán de ser humanos». De este modo, se pretende auspiciar un salto evolutivo decisivo sin tener que esperar eventuales mejoras fruto de una evolución natural que tardaría millones de años.

En la actualidad, grandes compañías como Google, Apple, Microsoft o IBM, e inversores privados, financian investigaciones multimillonarias en busca de la inmortalidad, de la fusión humanomáquina o de la supervivencia de la conciencia humana tras la muerte del cuerpo.

El transhumanismo augura problemas éticos, sociales y morales. Actualmente se debate sobre quién liderará estos avances, ¿empresas privadas como Google o los Estados? Surgirán defensores y detractores de los nuevos avances tecnológicos y críticas sobre la muy probable limitación de su disponibilidad para personas o países ricos. Se generarán corrientes políticas y sociales que exigirán medidas de control internacional, de sostenibilidad medioambiental, de organización social para la longevidad, de ordenación de la conquista del sistema solar, etc.

Los más críticos valoran que el transhumanismo es más bien un antihumanismo que considera que la realización plena de la especie humana pasa por la abolición del ser humano.