La startup Miemana, que está siendo acelerada en Lanzadera, es una de las empresas emergentes más solidarias de Valencia. La compañía contrata por un precio justo a personas con discapacidad para las borlas de cuero de los bolsos que comercializa en internet y en tiendas físicas. La idea empresarial empezó a tomar forma durante el master que su fundadora, Cristina Llano, hizo en Nueva York hace un año y medio. El proyecto fue seleccionado para entrar en el programa de incubación para empresas emergentes de Juan Roig en Lanzadera Inicia (que ahora se llama Garaje) y este año ha dado el salto a Lanzadera. Los bolsos cuestan entre setenta y doscientas euros, son de piel y están hechos en talleres en España. Todos los bolsos llevan una de las borlas confeccionadas por los trabajadores con discapacidad hasta el punto de que la firma se niega a venderlos sin ellos para que cumplan su fin solidario. Cristina Llano explicó que la empresa se denomina Miemana porque es como la llama su hermana, que sufre una discapacidad y trabaja en uno de los talleres que confeccionan las borlas.

«Mi hermana nació con una discapacidad y va a un centro ocupacional en Asturias. Tienen talleres de cuero, cerámica y cristalería. Un día que estaba allí pensé que era una pena que no dieran salida a lo que hacían. Las personas con discapacidad son capaces de hacer productos artesanales muy bonitos, pero no los comercializan bien. Este tipo de trabajos se acaban vendiendo en mercaditos en los que no se valora lo que realmente vale», señaló la fundadora de la compañía.

Cristina Llano se fue a Nueva York a hacer un MBA y en una de las asignaturas le pidieron un proyecto para una incubadora de startups sociales. «Tenía la idea en la cabeza y aproveché para desarrollarla. Hice los primeros prototipos y los vendí con éxito en Nueva York», apuntó Llano.

La emprendedora se presentó a la selección del programa de incubación de Lanzadera Inicia y fue seleccionada en julio de 2015. «Éramos trescientos y cogieron a siete. Es un programa de incubación de once meses que ahora se llama Garaje. Los proyectos llegan en un papel y tiene tres fases. «Durante los primeros tres meses recibes quinientos euros, en la segunda fase de cuatro meses son 3.000 euros y en la última 5.000 euros. Es muy parecido a Lanzadera, pero en una etapa embrionaria de las startups».

Cristina Llano se presentó este año al programa de Lanzadera y fue seleccionada de nuevo entre más de setecientas propuestas. «Yo estaba ya dentro de la casa y conocían el proyecto. Fue una evolución», destacó.

La compañía ha llegado a acuerdos con el Centro Ocupacional Vicente Pérez de Valencia, y las fundaciones Vinjoy de Oviedo y Amanecer de Madrid para que le suministren las borlas que confeccionan las personas con discapacidad y que dan un toque de distinción a los bolsos. «El precio por el trabajo lo establecen los talleres artesanales. La idea es pagar un precio justo por un trabajo bien hecho. No es una obra de caridad ya que pagamos los mismo que costaría un taller normal», subrayó. Los trabajadores necesitan tres cuartos de hora para elaborar cada borla. «El proceso de cortar los flecos es muy costoso. Es muy importante no desviarte del corte para que queden bien. Los discapacitados tienen un alto grado de concentración», precisó Cristina Llano.

La fundadora de la compañía apuntó que escogieron las borlas porque era un componente fácil de incorporar. «Ahora estamos estudiando lanzar otras productos que puedan hacer los discapacitados como monederos», señaló. «Todos nuestros productos van a tener un componente social. Hemos tenido bolsos a los que le faltaba la borla y nos hemos negado a comercializarlos. Ese el principio esencial de la empresa», insistió Cristina Llano. Todas las borlas están firmadas por dentro por la persona que las ha hecho y los bolsos llevan un documento que cuenta la historia del artesano que hay detrás.