Hace treinta años un joven periodista de la agencia EFE en València, interesado ya en la comunicación de las empresas, se tuteaba con los grandes empresarios y directivos de firmas valencianas y ya empezaba a notar en las carnes los problemas que surgen cuando unes los dos sustantivos: empresa y prensa.

Con el fin de sensibilizarles sobre la cuestión, a dos de esos directivos que recelaban de la prensa, les regaló uno de los libros más ilustrativos de la comunicación corporativa, el que escribió el jefe de relaciones públicas de Mobil Oil, Herb Schmertz: «El silencio no es rentable. Los empresarios ante los medios de comunicación».

Ahora, aquel periodista, Rodolfo Castro, convertido ya en un especialista de la comunicación corporativa, creador de la consultora con métodos propios, Castro Galiana, especializada en comunicación de vino y en estrategias digitales, ha publicado La comunicación del vino (Lucarno Consultores SL. 2017), un libro que, con un estudio sobre casi 95.000 informaciones recopiladas por la citada consultora, refleja el posicionamiento mediático de la Denominaciones de Origen (DO), bodegas y marcas de toda España y su relación con la prensa y el mundo de la comunicación en general.

Con el método de la mejor tesis de investigación y un rigor poco frecuente en el mundo actual, Castro nos desvela muchas cosas con una abundancia inestimable de datos, porcentajes y valoraciones, que al sector del vino, a todos los interesados en hacer buen vino, comunicarlo y venderlo, han de interesar sin duda, y a los profesionales de la comunicación corporativa.

El regalo

Pero me quedo con dos cosas. Castro nos revela, finalmente, que su regalo a estos dos directivos no sirvió de nada. Ni lo leyeron. Y reflexiona el autor en este sentido: «Han pasado tres décadas de aquellos sucesos y, en este tiempo, no sólo se ha confirmado que el silencio empresarial no es rentable sino que para la gran mayoría de las empresas el mutismo informativo puede ser imprudente. Naturalmente, me refiero a las entidades que, pudiendo, no suelen aparecer en los medios?».

El panorama que dibuja es bastante sombrío y nada tiene que ver con la sensación que cualquiera pueda percibir en estas fechas prenavideñas de abundancia de informaciones, publicities, anuncios, etc. sobre el vino y el cava.

Bodegas

Aborda un total de 125 DO, 2.700 bodegas y 11.800 marcas. Pues bien, un 87 % de las DO y el 93,5 % de las bodegas «apenas hacen por divulgar el vino que elaboran y los organismos de la industria, hasta el momento, tampoco». Entre otras cosas porque de todas ellas, 17 DO, el 13 %, copan toda la información en circulación mientras que 411 bodegas (el 6,5 %) cubren el 80 % del panorama mediático.

Poco se puede decir después de estos datos, pero sí un apunte: la pereza, la falta de reflejos, la falta de medios o la rutina pueden estar detrás de este manifiesto oligopolio informativo.

El libro nos da alguna pista sobre este asunto y es la relación que existe entre los bodegueros y los periodistas. Es decir, entre la fuente y el medio. Según los resultados de la valiente encuesta realizada, los directivos del vino y los periodistas «mantienen una mutua desconfianza profesional entre ellos».

Califico de valiente la encuesta porque muy pocas veces se mete el dedo en la llaga, y los resultados de ese sondeo reflejan una llaga importante porque el 74,7 % de los ejecutivos del sector considera que los medios especializados en la información del vino favorecen a veces determinadas bodegas, mientras que el 88 % de los comunicadores especializados señalan el desconocimiento de los directivos del funcionamiento de los medios. Lo cual es una absoluta contradicción, máxime si estamos hablando de comunicar.

Como el hecho de que los bodegueros concedan una gran importancia a la comunicación digital y, por el contrario, sus empresas se muestren muy poco activas en ese universo.

Seguramente si hubiera otros estudios que estudiaran de forma tan intensa el "problema" de la comunicación en otros sectores reflejarían el problema de fondo y es que la comunicación apenas es concebida como un valor estratégico de las empresas y, si es concebida así, apenas se nota. Por desgracia para ellas, porque el silencio no es rentable. Schmertz lo seguía afirmando no hace mucho.