Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

After Arco

After Arco

Treinta y cinco años es una cifra respetable para una feria que lo ha sido casi todo en el panorama nacional del arte contemporáneo. Mucho ha llovido desde el entusiasmo de los primeros 80, marcados por la apertura internacional y la presencia institucional, hasta estos serios y atemperados años enfriados por una crisis que parece no tener fin. Sin duda el arte es un reflejo de la sociedad en la que surge, pero no es menos cierto que estas manifestaciones artísticas apenas perfilan un esbozo bastante nebuloso de esa punta del iceberg -la parte por el todo- bastante más pesada y sumergida en una realidad otra, distinta y distante.

De lo general a lo particular, esbozaremos algunas reflexiones que han surgido tras pasear y patear los amplios pasillos desprovistos de la antiestética y electroestática moqueta de feria al uso, lo que ofrece un aspecto muy a la moda, al mostrar los bajos, el subsuelo gastado y manchado, las cualidades materiales de las huellas asociadas al paso del tiempo.

Profesionalidad es el primer calificativo que surge de modo natural. Se percibe en muchos aspectos, desde la menor presencia de público en las dos primeras jornadas, en el nivel medio, más elevado que nunca, en la escasa presencia institucional (mientras se mantiene el protagonismo de la prensa mediática), hasta en el hecho destacable de sustituir el tradicional «país invitado» por la invitación de 35 galerías internacionales de reconocido prestigio, con la única excepción nacional de Juana de Aizpuru, en un acto elegante y agradecido hacia la que fue primera directora de ARCO. Sin duda se ha avanzado, y mucho, en ese cambio de modelo tendente hacia la profesionalidad, buscando la calidad y la atracción del coleccionismo en consonancia con ella. Pero aquí surge la primera y gran pregunta: ¿Servirá el modelo para cambiar la cultura? Y es en este punto donde no puedo sino ser realistamente escéptico, escépticamente realista. Mucho me temo que la respuesta, siendo positiva en los principios, no puede sino ser negativa al final. Las estructuras se sostienen en las bases, se levantan sobre los cimientos; y la cultura de un país es un entramado mucho más complejo y complicado que la organización de una feria de arte. La cultura se cultiva desde la educación temprana y continuada, es cuestión de muchas generaciones y mucho esfuerzo (y presupuesto) reducir la distancia y la incomprensión que el gran público tiene y siente respecto a las manifestaciones artísticas que surgieron con los albores vanguardistas de principios del siglo xx.

Pasando a lo visible, algo fundamental cuando hablamos de artes visuales, llama poderosamente la atención la presencia abrumadora de la pintura y la disminución a mínimos de la fotografía, otrora reina indiscutible e indiscutida. Pintura de grandes firmas con algunos destellos figurativos pero con predominio aplastante de la abstracción no sólo geométrica, expresionista o lírica, sino también de esa tendencia monocromática y material en las que bastidores, telas y los materiales y soportes más diversos conviven con la materia pictórica que parece cubrirlo todo o desvanecerse en el color propio del objeto bidimensional.

Por países -aunque se diga que el arte no conoce fronteras, los mercados enarbolan sin tapujos sus respectivas banderas marcadas por la tradición o la emergencia- Alemania, Francia, Austria, Italia, Reino Unido, Bélgica y Portugal dominan entre las europeas, mientras que en Latinoamérica, Brasil, México, Argentina, Colombia, les siguen con una notable presencia. La representación valenciana se reduce a las galerías Adelantado, la alicantina Aural, Espai Visor y Rosa Santos. Las cuatro cierran una corta pero más que digna apuesta que conjuga valores históricos, artistas internacionales y jóvenes valores con mucho futuro por delante, que en nada desmerecen de ese notable nivel medio que esperamos y deseamos, no decaiga tras soplar todas las velas de este 35 cumpleaños.

Compartir el artículo

stats