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Los heterónimos de Javier Velasco

La creación de personalidades falsas, heterónimos, es una constante en el mundo de la literatura y el arte. Javier Velasco es su penúltimo exponente.

Piguy en ARCO 2016 LEVANTE-EMV

Javier Velasco (La Línea, Cádiz, 1963) se descubre como el creador del comisario de exposiciones Piguy Hellman y de los artistas Dorotea Von Totó y Tod Hunter, tres personajes ficticios con los que el artista gaditano residente en Valencia afianza su trayectoria expositiva mientras ironiza sobre el funcionamiento del arte actual.

La heteronimia es fundamentalmente un recurso literario mediante el cual un escritor construye un personaje de ficción para presentarlo como autor de una parte de su producción literaria. En nuestro país tenemos el ejemplo del sevillano Juan de Mairena, el profesor de gimnasia y retórica creado por Antonio Machado. Sin embargo, el mayor creador de heterónimos en la literatura universal fue otro poeta peninsular: el portugués Fernando Pessoa, que llegó a dar vida a más de setenta álter ego entre los que destacan el filosófico Alberto Caeiro, el latinista monárquico Ricardo Reis o el ingeniero homosexual Álvaro de Campos. Pese a su raigambre literaria, la heteronimia también aparece en las artes plásticas como un recurso utilizado por algunos creadores con el objetivo de reflexionar sobre temas de identidad o para cuestionar el mundo del arte. En su ameno y trivial Piensa como un artista (Taurus, 2015), el astuto divulgador británico Will Gompertz cuenta cómo el artista afroamericano Theaster Gates (Chicago, 1973) organizó en el Hyde Park Arts Center de Chicago una exposición con su obra en cerámica bajo el heterónimo de Shoji Yamaguchi, un anciano alfarero japonés fallecido en accidente de tráfico en 1991 que había emigrado a Estados Unidos en los años 50 y que llegó a casarse con una mujer negra. Al concluir su exposición, Gates confesó que había creado este personaje con el fin de denunciar las dificultades con las que se encontraba un artista negro para exponer en su propia ciudad, mientras la obra de un desconocido ceramista nipón tenía abiertas las puertas de los todos los museos y era aclamada en Chicago. La heteronimia, sin duda, es un poderoso recurso para reflexionar sobre cuestiones de autoría pero también de identidad, como el género o la raza, tan presentes en el debate artístico contemporáneo. Hace unas semanas en el Centre La Nau de la Universitat de València se celebró precisamente una mesa redonda, moderada por Maite Ibáñez, sobre la heteronimia y el concepto de autoría en el arte actual. En este encuentro, el artista multidisciplinar Javier Velasco desveló como había creado los personajes del comisario de exposiciones Piguy Hellman y de los artistas emergentes Dorotea Von Totó y Tod Hunter para abrir nuevas vías en su trabajo creativo, pero también para denunciar la mecánica perversa y caprichosa del mundo del arte. También explicó como sus tres heterónimos habían conseguido exponer recientemente en la galería Mr. Pink, sin que el público o los medios de comunicación llegaran a saber quién se ocultaba realmente detrás de la exposición.

En este juego de encubrimientos y falsas identidades, Javier Velasco buscó la complicidad de Posdata para que el pasado 23 de enero se publicara una reseña que le confiriera un toque de verosimilitud y de cierta prestancia cultural a su proyecto, pero sin que se desvelara su autoría: «Dorotea Von Totó y Tod Hunter son los nombres de dos artistas emergentes pero muy distintos entre sí, que han sido seleccionados por el comisario Piguy Hellman para The First Day, una exposición desconcertante y provocadora que reflexiona con fino humor y liviana crueldad sobre la naturaleza circense del arte actual a través de una fascinante mascarada y un complejo montaje escénico, iconográfico y conceptual.» La inauguración de la exposición también fue noticia en otros medios de comunicación, sin que nadie se percatara de que se trataba de un notorio juego de máscaras, interpretado por tres personajes con nombres formados por irónicas referencias culturales y a los que su creador les construyó biografías azarosas de colorines paródicos. El desarrollo de las personalidades de los tres heterónimos, así como la difusión de su obra, debe mucho a Internet, puesto que los componentes del trío creado por Velasco tienen vida propia en las redes sociales y se interrelacionan a diario con quienes visitan sus páginas personales en Facebook. De los tres personajes, Piguy Hellman es en estos momentos el que está manteniendo una actividad social y profesional más intensa, puesto que recientemente visitó ARCO con motivo de su 35 cumpleaños y acaba de presentar en el Espacio Trapézio de Madrid un original proyecto en el que se exhiben en cartelas una selección de los pensamientos y citas artísticas recogidos previamente en una convocatoria abierta al público. A través de Piguy Hellman, tan parecido físicamente al personaje cómico Pee-wee Herman creado por el comediante Paul Reubens, Javier Velasco tiene oportunidad ahora de opinar sobre cuestiones tan diversas como el papel de los comisarios o los curators en la programación de las instituciones culturales y museísticas; los vaivenes económicos y las fluctuantes tendencias del caprichoso mercado del arte; los límites difusos entre artistas emergentes, jóvenes, consolidados y consagrados; la cuestionable función de los medios de comunicación y la crítica especializada como promotora de artistas y proyectos expositivos; la irrupción de Internet con sus redes sociales en el debate artístico o la larga cadena de relaciones de interés, conveniencia, amistad o sexo entre artistas, coleccionistas, galeristas, comisarios, directores de museos, críticos y gestores políticos. En estos momentos, según comenta Javier Velasco, Piguy Hellman podría estar valorando la posibilidad de presentarse al próximo concurso internacional que se convoque para ocupar la vacante de director de cualquier institución museística o espacio expositivo en nuestro país. También asegura que el Manual de Buenas Prácticas es su libro de cabecera.

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