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Sobre la libertad de vivir

El prolífico filósofo Juan Arnau redescubre el pensamiento y el contexto vital de tres intelectuales trsascendentales para noción de la autonomía y la libertad del ser. Sobre Bergson, William James y Whitehead se abre un relato de intensa narrativa, en el que las ideas se novelan para transmitirnos toda la carga emotiva y empática del pensar en torno a lo humano.

Sobre la libertad de vivir

Un libro como este ofrece tantas posibilidades de lectura como largo es el recorrido de su autor en su capacidad meditativa y en la invitación a ver un mundo lleno de impresiones. Y hacerlo además por los mismos y a veces diferentes caminos de tan grandes mirones de la vida como James, Bergson y Whitehead. Arnau nos presenta tres universos: el de Bergson, donde la ley no determinaba los destinos, un universo de libertad. El de James, que ve en la ley impuesta, en la inmanente y en el positivismo, ventajas para la vida. Y el de Whitehead, que del método juvenil pasó en la madurez al vuelo de la imaginación. Y nos propone además andar esos caminos con el añadido de su mirada personalísima al mundo y con la energía de la propuesta reivindicativa de una responsabilidad individual frente a la vida. Cabe decir también que, ante una filosofía llena de frialdades y angustias y de tecnicismos recurrentes a lo largo de los últimos tiempos, adonde Juan Arnau quiere llevarnos es al disfrute de la emoción en la contemplación del mundo, a la integración del cosmos en nuestro propio sentir y a la ilusión de recrear el mundo desde nuestro propio espíritu. Y en la defensa del espíritu se emplea de un modo muy determinado nuestro autor. De tal manera que queda claro que no basta mirar para ver y es preciso poner espíritu propio a la mirada. Importa en consecuencia la conducta, nuestra conducta. El autor nos advierte con palabras de Emerson de que nadie convence a nadie de nada, ni siquiera Dios al mundo. Ha de convencerse uno mismo desde dentro, añade Arnau. Y no es poca la virtud que esto supone para quien transita como él por los paisajes y el teatro de las palabras con el fin de lograr que el pensamiento sea fecundo en un tiempo en que la confusión, o sencillamente la ausencia de pensamiento, hace de la trivialidad y la ocurrencia el vacío necesario para que el engaño se imponga.

Estamos claramente, sí, ante un brillante ensayo, pero quienes añoramos siempre en la narrativa la presencia del pensamiento aspiramos a una reflexión llena de vida que, como sucede en este libro, huya del frío academicismo y haga del pensamiento sin frialdades materia de emoción. Aquí, el narrador y el ensayista se juntan, y en el resultado de esa unión se cumple el gozo del lector: pensar sintiendo. La amenidad carece con frecuencia de prestigio quizá porque se confunda amenidad con trivialidad y no con complacencia. Debo asegurarles, sin embargo, que ni le falta hondura a este libro ni le sobra el contagio de la pasión. Y es tan largo y hondo el relato de Arnau, a la vez que ameno, que las reflexiones se encadenan y las recurrencias a autores muy diversos confirman sus razonamientos en la propia emoción del relato y el entusiasmo que Arnau pone en él. Y hablo de relato no sin razón porque el narrador que es Arnau, también autor de novelas, consigue contagiarnos de sus propias invenciones en la defensa de una filosofía supeditada a la vida, que, como él mismo dice, «no pretende atenuar la diversidad y riqueza del mundo, sino simplemente acompañarla, crecer con ella».

Todo el libro está impregnado de la idea de que la inteligencia se propone, como subraya repetidamente y en el desarrollo de distintos argumentos, dominar la materia para servir a la vida mientras que la intuición es la vida que se vuelve sobre sí misma. Este es un libro sobre la vida, lleno de vida. Es un libro sobre la emoción, cuya lectura nos suscita constantemente emociones. Es un libro contra muchos cánones del pensamiento que defiende la libertad de pensarnos siendo, más que tratando de estructurarnos desde fuera. Es un libro repleto de entusiasmo y de energía para defender la voluntad de ser desde dentro en el espacio de la libertad que procura el sentimiento. Y es un libro tan bellamente escrito que permite reconocer en el pensador que lo ha hecho al defensor del personaje que llevamos dentro como rechazo al personaje que a veces han intentado inventarnos. Del mismo modo que defiende el espacio creativo en el que nos movemos frente al cosmos que tratan de imponernos. Es un libro sobre la libertad de vivir escrito con el entusiasmo de defensa de la libertad interior que nos explica.

«La vida va en serio», nos advierte Arnau, y por eso apela a la empatía, a la creatividad y a la atención como los tres ejes de la

propuesta que nos plantea. Una propuesta que encabezan algunas citas de valiosos referentes entre las que se encuentra una de Goethe que viene al pelo: «No engañan los sentidos, engaña el entendimiento». Porque como dice Arnau «el conocimiento se ha ido atando de pies y manos, y pocos han protestado». Y este es un libro de protesta, sí, pero ajeno a la trivialidad con que la protesta se formula en nuestros días. Y es un libro de protesta porque es un libro reivindicativo de la creatividad que ha de llevarnos a la percepción del mundo desde el espíritu transformado de quienes viven en él.

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