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Otra Caperucita roja

Mateo va a pasar ocho días en casa de sus abuelos, mientras sus padres están de viaje. Cada noche, su abuelo le contará una versión distinta y muy divertida del cuento de Caperucita Roja. Esta ya no será una dulce e ingenua niña, sino que se convertirá en una cazadora de lobos o en una joven que disfruta de la vida... Una multitud de Caperucitas urdidas por el autor valenciano Carles Cano.

Otra Caperucita roja

Admiro a quienes, como el escritor valenciano Carles Cano, poseen el don de contar a los niños sus propias vidas y contarnos a los mayores las nuestras como a los niños que seguimos siendo. La voz inocente de Cano es eficaz para contar sus batallitas a los inocentes, pero consigue con la emoción de su imaginada inocencia hacernos recuperar la nuestra. Y es lo que logra ahora en Siete Caperucitas y un cuento con lobo al remitirnos a los iconos de nuestra imaginación tradicional, reinventándola. Se trata de una manera de recrear desde el pasado transformándolo en presente. Y de un modo de hacerlo con los elementos del lenguaje coloquial y desenfadado de nuestro tiempo. Con una inventiva además que, bebiendo del cuento tradicional, logra a la vez nuevos escenarios, situaciones nuevas, comportamientos distintos. Y por si no bastara esa originalidad, que bebe en la tradición y la transforma, aporta Carles Cano a su relato, o relatos, que de un conjunto se trata, la originalidad de una voz que por su cercanía y sencillez dota al cuento de una mayor eficacia. Y cuando les hablo de esta voz elogio la presencia en estos cuentos de la oralidad, ese modo de contar de Carles Cano que lo convierte en un eficaz actor cuando narra en público y que es el modo de contar que lleva a su escritura siempre y, por supuesto, en este libro. Y si lo he visto actuar en directo, entre un público de pequeños y con la eficacia que lo hace, parece que lo escuche mientras leo.

Leo a Carles y lo oigo. Y me fascina, por tanto, esa capacidad de llevar al papel un lenguaje oral que bebe de nuestra mejor tradición literaria. Pero leo a Carles y me río, como me ha sucedido tanta veces en la lectura de esta Caperucita, otra de las muchas que a lo largo de la historia ha reinventado la literatura, la música o la plástica, y eso me lleva a admirar el valor del humor en su obra, un humor para chicos y grandes que echa uno tantas veces en falta en la literatura de un tiempo en el que no faltan, no ya cultivadores del humor a ultranza, sino que contamos con autores que emplean el humor para entender la vida. Porque el humor de Carles Cano en este libro es ese humor que amplía la historia que relata y el modo de comprender las cosas.

En definitiva, estamos ante un libro en el que nuestra Caperucita Roja no es otra u otras, sino seguramente todas esas caperucitas que ella misma quiso ser seguramente, las que ha sido, o esas otras caperucitas que no llegó a imaginar, pero en las que tendría que sentirse muy a gusto. Unas caperucitas tan inquietantes a veces como la propia Caperucita originaria. Esa Caperucita que tendrá que agradecer a Carles Cano que la haya revivido tan bien por medio de su imaginación creadora y que le haya otorgado una voz, o unas voces, que la acercan a los niños y a los mayores de ahora. No se puede quejar Caperucita, ni tampoco nosotros, los lectores. Todos deseamos tener a un escritor como este para que nos resucite o para que nos convierta en los personajes que no sabemos si somos o podríamos ser.

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